Marcha del silencio

David Carrizales

Estudiantes de universidades públicas y privadas de Nuevo León realizaron una marcha contra la violencia donde reclamaron a los tres poderes su falta de compromiso con la ciudadanía, exigieron el esclarecimiento de todas las muertes de civiles, una estrategia que lleve el retiro de los militares de las calles y la depuración de los cuerpos de seguridad y rechazaron cualquier cambio legislativo que implique la suspensión de garantías, el establecimiento de estados de excepción y las detenciones arbitrarias.

A las cinco de la tarde, unos 400 alumnos de la Universidad Autónoma de Nuevo León, el Tecnológico de Monterrey, la Universidad de Monterrey (UDEM), entre otras instituciones de educación superior de la entidad, iniciaron la protesta con cubre bocas y en silencio en la plaza de Colegio Civil de Benito Juárez y Washington. Hora y media después, al entrar a la Gran Plaza, se quitaron la mordaza con el grito unánime “ni una muerte más, ni una muerte más”. Culminaron la manifestación cuando se tiraron todos a la plancha de la Explanada de los Héroes frente al Palacio de Gobierno, y durante tres minutos quedaron inmóviles, para simbolizar los más de 22 mil muertos que ha dejado la guerra contra el narcotráfico en el actual sexenio.

Viejos activistas del movimiento estudiantil de 1968 que acudieron como observadores, recordaron que desde entonces no se realizaba una protesta con tanta frescura, compromiso e ingenio, a juzgar por las frases que se plasmaron en las pancartas.

Durante la marcha estudiantil “ponle fin al silencio”, destacaron pancartas con leyendas como “Ni plaza de narcos ni estadio de sitio”, “Yo no quiero ser daño colateral”, “Quiero mi libertad de regreso”, “Sin derechos humanos no hay seguridad”, “No a la impunidad militar”, “La ciudad nos pertenece”, y “Becas en vez de balas” entre otras.

Horacio Soto en silla de ruedas también fue al arranque de la marcha. A sus 19 años, expuso en su cartulina “yo quería ser profesionista”. Contó que por falta de recursos sólo estudio hasta secundaria y hoy sin trabajo se la pasa en su casa. Le gustaría ser dibujante o estudiar computación.

Durante el recorrido hicieron paradas ante los tres poderes a quienes dirigieron mensajes duros y directos, pero sin que nadie saliera a escuchar sus reclamos.

Primero ante el Poder Judicial donde señalaron que miles de agravios se acumulan en las oficinas de los juzgados en el estado, dejando a ciudadanos y ciudadanas en espera de la tan anhelada justicia, pero aún, otros muchos se enfrentan a una sentencia definitiva que condena la justicia al encierro en las mazmorras de las violaciones sistemáticas a un sistema legal enmohecido por su falta de uso.

La legitimidad democrática que hoy no tienen las autoridades estatales, debe provenir, también de las instancias judiciales. La impunidad que deja a la ciudadanía en total indefensión, debe ser atacada desde este recinto. La urgente transformación de nuestra sociedad incluye la renovación de lo que entendemos por justicia, recalcaron.

Al congreso le espetaron: El poder legislativo ha adquirido una deuda de legitimidad incalculable. Dedicados a engrandecer sus vanidades y a proteger sus propias carreras políticas, los diputados y diputadas han hecho alianzas con empresas y con elites políticas rompiendo el dialogo con la ciudadanía. En el congreso, los partidos se des-caracterizan de sus ideologías; no son ni de izquierda ni de derecha, sino hábiles comerciantes de favores. A pesar de que son 42 las curules, las decisiones legislativas son negociadas por los líderes de las fracciones, no hay debate, y si lo hay no es público.

Y al gobernador, Rodrigo Medina, le preguntaron. ¿Dónde está su compromiso, cuando a un mes de la muerte de Jorge, Javier y Sandra (dos estudiantes del Tec y una ama de casa muertos el 19 de marzo en balaceras entre narcos y militares) no se ha investigado con firmeza, claridad y prontitud? ¿Dónde está cuando en marzo se registraron 55 muertos, anteayer hubo seis levantones y 13 muertos en 17 ataques?, ¿dónde está su compromiso, ¿en una fiesta de payasos (porque ese día se la pasó en una fiesta infantil con la alcaldesa de Guadalupe y no acudió a un encuentro con el gabinete de seguridad) o, ¿en una marcha convocada con recursos del erario y acompañada de acarreados?”,en alusión a la marcha a la que el Ejecutivo convocó para protestar por la inseguridad.

Al final dieron a conocer la Declaración interuniversitaria, que será firmada por los estudiantes que así lo deseen, donde destacaron que el combate a la inseguridad debe ser sostenido con una visión integral. Porque un enfoque militar-policial, sólo reduce las alternativas de solución, minimiza las causas y propaga efectos negativos en la dinámica social. Enfatizaron que “el problema de la inseguridad no se solucionará a menos que se reduzca la pobreza, la desigualdad, el rezago educativo, la corrupción y la impunidad”. Plantearon que un país que ha tenido más de 22 mil asesinatos en tres años definitivamente no es un país seguro para nadie. Exigieron el esclarecimiento riguroso de todas las muertes de civiles provocadas por el crimen organizado como por las fuerzas armadas, incluidas las de los dos estudiantes del Tecnológico, ocurridas el 19 de marzo, el establecimiento de una estrategia que contemple el retiro del Ejército de las calles, y la consecuente limpieza y transformación de los cuerpos policiacos.

“Enérgicamente demandamos no legislar leyes que intenten legalizar acciones como la suspensión de garantías, el establecimiento de estados de excepción y detenciones arbitrarias” y finalmente exigieron que las fuerzas armadas sean juzgadas por tribunales civiles siempre que haya civiles implicados en el caso.

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