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26 de abril de 2010
15diario.com  


 

ANÁLISIS A FONDO

Memorial para Gerardi

Francisco Gómez Maza 

  • El obispo, asesinado por su compromiso con los pobres
  • Denunció violaciones a los DH, asesinatos, desapariciones, genocidio

mazaimgAmérica Latina, con sus profundos contrastes entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco y las mayorías que sólo poseen su fuerza de trabajo desempleada, es tierra de mártires que han luchado y luchan porque la desigualdad amaine, sea menos inhumana, por lo menos. Uno de esos hombres humanos y – el plus – hombre de fe, es monseñor Juan José Gerardi Conedera, quien vio la luz del mundo en Ciudad de Guatemala, el 27 de diciembre de 1922, y fue masacrado un día como hoy, 26 de abril, pero de 1998, dos días después de haber presentado el informe del proyecto diocesano “Recuperación de la Memoria Histórica: Guatemala Nunca Más”.

 

Electo Obispo de La Verapaz el 9 de mayo de 1967, su ordenación episcopal fue el 30 de julio de 1967 y tomó posesión el 11 de agosto del mismo año. Encontró en La Verapaz una diócesis muy pobre, con poca estructura y poca vida. Gerardi decidió que su prioridad era trabajar con los indígenas y organizó por primera vez en aquella diócesis cursillos para catequistas, el movimiento de los Delegados de la Palabra de Dios y la Pastoral Indígena y, junto a los agentes de pastoral, organizó la liturgia en lengua Q'eqchi'. Logró la autorización para una de las primeras radios católicas e impulsó la presencia de comunidades religiosas en la diócesis.

 

En septiembre de 1974 fue elegido obispo de El Quiché y durante tres años continuó simultáneamente como Administrador Apostólico de La Verapaz. Las situaciones pastorales y sociales de El Quiché eran extremadamente difíciles. Eran los años en que la situación de la violencia crecía mucho en este territorio, uno de los más pobres de Guatemala. En El Quiché la lucha entre ejército y guerrilla se volvía cada día más fuerte, alcanzando situaciones terribles entre 1980 y 1983. Cientos de catequistas y dirigentes de las comunidades cristianas, casi todos mayas, fueron asesinados. Como se muestra en el informe del REMHI, el gran impacto de la violencia fue contra los líderes sociales, 90% de ellos, líderes civiles. En 1980, siendo Gerardi presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala, viajó a El Vaticano para asistir al Sínodo de la Familia. A su regreso, se le prohibió el ingreso al país, por lo que viajó a San Salvador, en donde no le dieron asilo, y finalmente a Costa Rica, desde donde siguió siendo el presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala. En 1982 pudo regresar a Guatemala y el 28 de agosto de 1984 fue nombrado obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Guatemala y también párroco de San Sebastián. En 1988, la Conferencia Episcopal de Guatemala delegó a monseñor Rodolfo Quezada Toruño y a Juan Gerardi para participar en la Comisión Nacional de Reconciliación. Llevó adelante la creación de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado, que se preocupa hasta hoy de las víctimas de la violencia y cualquier violación a los derechos humanos. En este contexto, empezó el proyecto interdiocesano REMHI (Recuperación de la Memoria Histórica), al cual Gerardi se dedicaba casi por completo, con la esperanza de conocer la verdad por medio de testimonios para que el pasado no se repitiera más, ya que estaba convencido de que la paz y la reconciliación se lograrían solamente conociendo la verdad.

 

La presentación de los resultados de REMHI tuvo lugar el 24 de abril de 1998; el 26 de abril de 1998, Juan Gerardi cayó asesinado. En ese informe Gerardi daba cuenta de la responsabilidad del Ejército de Guatemala en el 97% de los casos de violaciones a los derechos humanos, asesinatos, desapariciones forzadas y genocidio durante el conflicto armado interno en el país.

 

No fue fácil su ministerio; el transcurrir de los años le permitió un doloroso aprendizaje, que si bien sembró en su corazón convicciones y amarguras, forjó también al hombre de fe y de una gran riqueza interior, forjado así, a golpes de realidades duras y complejas, hasta de incomprensiones cercanas, dentro y fuera de la Iglesia. Hablaba con unos y con otros; no era sectario ni hacía acepción de personas; su riqueza se encerraba más en el corazón que en la facilidad de palabra; tal vez le gustaba más pensar al no escribir mucho, “guardaba tanto en su corazón”, como María la Madre del Señor. Nunca vivió de prisas o intransigencias. Ciertamente, nos ha enseñado a vivir desde nuestras raíces; escuchaba, en situaciones en las que pocos parecen querer ya aprender lecciones, sino más bien darlas. No se clasificaba entre los hombres intelectuales, dedicados pacientemente a la investigación; no producía mucho, escribía más bien poco; pero sí era perspicaz, intuitivo, práctico, atento, con capacidad de escucha para saber discernir y decidir acertadamente. Son características las imágenes suyas en el gesto del hombre que escucha, que acepta al otro, que entra dentro de su pensamiento… Un círculo conformado por unas 300 personas entre hombres y mujeres de distintos credos y procedencias, sobre la tierra donde yacen los panteones de los más pobres de Guatemala, en el cementerio La Verbena, mientras entonaban “todavía cantamos, todavía soñamos, todavía esperamos”, sirvió de homenaje al aniversario doce del martirio de Gerardi Conedera.

 

Los religiosos, rodeando una especie de altar con elementos cristianos y de la espiritualidad maya, comenzaron una oración macro-ecuménica que el Movimiento Monseñor Gerardi y el Concejo Ecuménico Cristiano de Guatemala, organizaron en la conmemoración de este nuevo aniversario. Las actividades conmemorativas del aniversario 12 del martirio de Monseñor Gerardi, que se desarrollan bajo el lema “¡La justicia es posible!”, dieron inicio el pasado martes 20 de abril y culminan hoy lunes 26 con una liturgia, a partir de las 5 de la tarde, en Catedral Metropolitana, de donde partirá una caminata hacia el Parque de San Sebastián, lugar donde fuera asesinado el mártir.

 

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