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924 09 Noviembre 2011

FRONTERA CRÓNICA
Informe de la minoría
J. R. M. Ávila

M
onterrey.-
Ojalá que a ninguna de las policías que ha soltado el presidente de la república (como tanto le gusta a Calderón ser nombrado en sus promocionales) se le ocurra leer El informe de la minoría, de Philip K. Dick.

Como se recordará, en ese relato la policía aprehende a la gente antes de que cometa un delito, gracias a un programa llamado Precrimen, sobre todo enfocándose en posibles asesinatos.

Supongamos por un instante que al aparato policiaco-militar que en México nos vigila a sol y a sombra, tuviera la posibilidad de hacer lo mismo que en el relato.

¿Se imagina alguien que de repente irrumpiera en su casa un montón de policías para detenerle porque se le acusa de que dentro de una semana desobedecerá a una patrulla cuando le ordene darle el paso? Yo lo imagino y eso me pone a temblar.

¿Cabe en la cabeza de alguien que llegará el momento en que se reciba una orden de prisión porque dentro de cuatro días se pasará un semáforo en rojo, chocará contra una camioneta, atropellará a tres personas, dándoles muerte y habrá de darse a la fuga? Cabe en la mía y me inquieta.

¿Teme alguien que de pronto, al salir de su trabajo le intercepte una patrulla con soldados porque dentro de cinco días dará muerte a un asaltante que quiera despojarlo de su automóvil? Yo no sé cómo desechar ese temor.

¿Duda alguien de que llegará el día en que le apresen porque cometerá una violación dentro de seis días? Aunque siga pareciendo asunto de ciencia ficción, no puedo dejar de pensarlo y temerlo.

¿Acaso cree alguien que es imposible que algún día le metan a la cárcel justo una semana antes de que cometa el “crimen” de participar en una marcha de protesta por la construcción de un estadio de futbol a costa del deterioro de nuestro medio ambiente?

Tal vez haya quien se entusiasme pensando que es mejor prevenir que lamentar y proponga iniciar en la escuela, castigando, por ejemplo, con planas de “No debo llegar tarde a la escuela” a quienes llegarán con retraso dentro de una semana. Estoy de acuerdo en que más vale prevenir, pero no de esta manera.

¿Y si el pronóstico falla como en el relato de Philip K. Dick? ¿Y si nuestras sacrosantas policías inventan crímenes futuros para apresarnos? ¿Y si nos siembran crímenes por venir y que no llegaríamos a cometer ni estando libres?

Por fortuna, queda la esperanza de que los miembros de nuestro aparato policial no lean el relato de K. Dick, pero persiste el peligro de que vean la película. Aunque existe la esperanza, sea que lean el relato o vean la película, de que no les entiendan.

En fin, ojalá que esto se detenga en simples especulaciones, porque si no...


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