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924 09 Noviembre 2011

Mares
Eligio Coronado

CoronadoE
n A mares*, Livier Fernández se propone recuperar a la otra Livier, la que vivió un tiempo en Bournemouth, Inglaterra, y lo consigue.
Su poesía, breve y sutil, que tiende a lo narrativo, al humor tenue y al juego de palabras, nos presenta a una autora muy fresca y sensible, que sabe capturar el ámbito y circunstancias que la rodean: “sentir como niña, / jugar con mis tres muñequitos, / pasado, presente y futuro” (p. 9), “perdí (…) / (…) el gorro que me habían prestado / para que el frío no me entrara a la cabeza” (p. 20).

Sus textos rozan el encanto, sobre todo cuando juega con la pluma: “parece / más bien, parece que parece / dejemos que parezca / para que no perezca / si apareces un “parece” / que parezca, pues, que sea” (p. 40), “Dices que “pluma” no es correcto, / hay que decir “bolígrafo” / ¿y si quiero ser ave? / ¿si queremos volar?” (idem.).

Por allí se cuela el humor, un humor leve porque  se produce en los dominios del lenguaje, pero comprensible porque es demasiado evidente: “Anda-Lucía / desnúdate” (p. 38), “Boca-hablo, vocablo” (p. 36, no numerada), “mi boca con Bournemouth se incendia” (p. 18).

¿Puede el juego de palabras transformarse en poesía? No necesariamente, pero es un recurso que nos permite ir más allá del lenguaje para experimentar con otras opciones, como el sonido semejante, la similitud estructural, la separación silábica, la substitución de una letra por otra, etcétera, y sobre todo cuando hay que inyectarle novedad a los textos: “En tienda los / corazones / como prendas / comprenda / compre / aparadores / para venta / ¡para! / rojo / tu ojo / obstinado / ¡ojo! / (…) la garantía / es que siga latiendo / cuando usted quiera / que lata / ¡qué lata!” (p. 32).

Todo es sutil en Livier (Ocotlán, Jal., 1981), excepto su vena crítica, ésa es certera y contundente: “No hay nada más benévolo que la mortalidad del hombre, / su brevedad: pocos años, menos monstruosidad” (p. 12), “Tuvo que alzar el hombre toda esta opulencia / (sus castillitos en aire y arena) / para (…) / (…) ocultar todo aquello que le recuerde / su efímera existencia (p. 11).

Cerremos el libro de Livier con esta pícara e inquietante metáfora que nos explica su naturaleza lectora: “si me late o siento cosquillas frente al libro en turno, me levanto sin más el vestido y dejo al ensayista aquietando mis ansias” (p. 49).

Livier Férnández. A mares. Monterrey, N.L.: Edit. UANL, 2011. 52 pp., Ilus. por Erika Kuhn. (Serie Verso Vlanco. Colec. Poesía.)


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