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10 de marzo de 2010

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Taxista ex trailero

J. R. M. Ávila

¿De veras es señora? Mire nomás, pues la verdad es que parece señorita. En serio, ¿qué saco yo de mentirle? Como le decía, después de tantos años de trabajar de trailero, dice mi mujer que si la familia salió adelante desde el kínder hasta la universidad fue gracias a ella, porque yo nunca supe de obligaciones, porque para mí era el tráiler y nada más, porque no sabía qué comían, qué necesitaban, qué deseaban.

No toma en cuenta que yo haya arrimado el dinero. Y además me reclama: ¿Cuántas veces no me habrás sido infiel? ¿Cuántas veces no habrás estado con otras mientras me la pasaba sola, sin tu compañía y sin tu apoyo?  No le he de negar que la carne es débil, y la verdad es que yo como quiera tenía mis descansos allá lejos, mientras ella los tenía nomás cuando yo regresaba. Y eso un ratito nada más y yo ni siquiera concentrado en ella, pensando cómo me iba a ir de nuevo, a dónde llegaría, qué haría en el camino, cómo regresaría. Para decirlo de una vez, yo andaba de viaje hasta cuando estaba con ella.

Ahora, después de tantos años no quiero saber si ella también me habrá engañado mientras yo no estaba. Y no desconfío de los jóvenes sino de los de mi edad, que sabemos cómo complacer a una mujer mientras los jóvenes creen que es nada más subirse, vaciarse y ya. Ha de disculpar mi claridad. Estamos hablando como adultos, ¿verdad? El caso es que uno sabe cómo querer, cómo acariciar y hacer sentir a la mujer todo lo que ella quiere sentir. Y hacerla descansar, porque cuando uno atiende a la mujer, ella descansa, ¿o no le pasa a usted así?

Cuidado cuando la mujer, harta de que no se le haga caso, encuentra quien le dé lo que esperaba y compara, y piensa: Mi marido no sabe nada ni me sirve para nada. Y ahí es donde todo se pone difícil porque las comparaciones son en contra. Y es que a veces o uno se le olvida cómo tratar a la esposa, por los niños, por el trabajo, por las prisas, y prefiere andar buscando en otras lo que no hay en la nuestra o lo que no supimos buscar bien.

Porque a las mujeres hay que saberles el modo, ¿o no? Usted es mujer y no me dejará mentir. No hay una que se resista desde los treinta y cinco hasta los cincuenta. Mujeres respetables y que todos dicen, qué va, cómo va a querer meterse con otro hombre, pero le aseguro que están esperando que uno proponga porque no están satisfechas y no descansan hasta que viene un hombre y les da lo que quieren. Cuántas historias no habrá oído usted sobre eso, ¿o me equivoco?

Hace menos de dos meses tuve una bronca con mi esposa, por algo que no viene al caso contar, pero hasta me corrió de la casa y no me quedó más remedio que quedarme con los compañeros del turno de la noche para dormir. A veces amanecía en la banqueta de la casa y no me importaba lo que la gente dijera de mí, yo sabía que mi mujer se compadecería y así sucedió, al poco tiempo se ablandó y me dejó regresar a la casa. Pero desde entonces no deja que me le acerque ni tantito. Así que ya se imaginará usted cómo ando.

Ahora que trabajo de taxista, tengo mucho tiempo para pensar y conocer personas como usted y desahogarme. No que cuando fui trailero me la pasaba solo, lejos. Y había que trabajar, qué se le iba a hacer. No crea que estas cosas se las digo a todas las personas. Nada más lo hago cuando me caen bien y me gustan. Uno es débil, ya se lo dije, ¿no? Qué se le va a hacer. Oiga, no me lo tome a mal, pero usted sabe, es la necesidad de estar con mujer, ¿no habrá manera de que usted y yo…?

jrmavila@yahoo.com.mx

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