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10 de marzo de 2010

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Obesidad cultural

Ricardo Díaz Vázquez

En fechas recientes se habla mucho en la prensa de que nuestro México, en las últimas décadas, se ha convertido en un país de obesos, que hemos ganado peso, pero a costa de salud. Al parecer los patrones alimenticios han variado en función de los intereses de las empresas que producen y comercializan los productos de agradable sabor pero bajo contenido nutricional que comúnmente se llaman “productos chatarra” cuyo consumo hace que la gente aumente de peso ya que se consumen en lugar de la alimentación de alto contenido nutricional. Cabe señalar que ese tipo de productos están al alcance en los sitios más variados, amén de que se gastan cantidades estratosféricas en la promoción de los mismos, sus envolturas y presentaciones son coloridas, llamativas; al parecer los márgenes de utilidad son considerablemente altos. Las personas tienen necesidad de alimentarse, entonces echan mano de lo que está al alcance, más si con eso cubren una necesidad básica en inmediato. Los resultados de esos hábitos al paso de los años ya los vemos; dicen los expertos en salud pública que la generación de niños actual, puede ser la primera que los hijos fallezcan antes que los padres, por todas las enfermedades que se desarrollan por el consumo de tales productos. De igual forma en nuestro medio hay una “Obesidad Cultural”, producto en gran parte de los medios de comunicación, uno de ellos propiedad del ya fallecido magnate que decía que hacia televisión para jodidos, porque así estaba el pueblo. Las personas tienen tiempo libre y necesidad de llenarlo, consumen lo que está más inmediato y llamativo. De ahí que los programas y series que se transmiten al aire, con el supuesto de divertir, tengan un contenido cualitativo muy pobre, que a la larga hace que no se formen ningún tipo de cuestionamiento y toda forma de llevar contenido cultural de valor agregado es considerado como aburrido o fuera de tono. La conciencia crítica se reduce a su mínima expresión con los resultados que vemos en nuestro entorno. Hay quienes para mantener sus intereses económicos en alto condenan a una gran mayoría a la peor de las suertes, tanto en lo nutricional como en lo cultural hasta que los resultados son catastróficos, si a esto añadimos la complicidad de las autoridades, tenemos entonces “La tormenta perfecta”.

diaz.vazquez@gmail.com

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