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974 18 Enero 2012

FRONTERA CRÓNICA
Magisterio frente a grupo
J. R. M. Ávila

M
onterrey.-
Según estimaciones basadas en datos de la Conapo y la SEP, hay un poco más de un millón ochocientos mil docentes en México. ¿Gusta usted redondear? Bueno, digamos que hay casi dos millones de docentes en el país. Si consideramos que la población de México supera los ciento doce millones, significa que hay un docente por cada cincuenta y cinco habitantes.

La cifra absoluta, parece exagerada. ¿Para qué tantos profesores y profesoras?, dirá alguien. Pero la cifra relativa da cuenta de la enorme carga que se les quiere endilgar. Al grado de que a estos casi dos millones de docentes se les quiera acusar de los males del sistema, es decir, de lo que los otros ciento diez millones de habitantes hacen, como si no tuvieran libre albedrío.

Es muy cierto que en la preparación del profesorado existen lagunas que se vienen padeciendo desde las escuelas normales del país. Pero también es cierto que a las y los docentes en general se les juzga según la punta del iceberg: quienes faltan, quienes llegan tarde, quienes no trabajan, quienes dirigen el sindicato, quienes son comisionados sin méritos.

¿Alguien se ha asomado a las aulas para ver lo que hacen las y los docentes “comunes y corrientes”, quienes día tras día se encuentran al pie del cañón plenos de entusiasmo, quienes se preocupan por la superación propia y la del alumnado? Parece que nadie. Al contrario, a este grupo que forma legión entre el magisterio, se le denigra y se le juzga de acuerdo a la actuación de la punta del iceberg.

Pero, como por no dejar, preguntémonos: ¿a cuántos docentes que trabajan frente a grupo se les puede acusar de enriquecimiento inexplicable, de secuestro, de exigir y aceptar “mordidas”, de provocar el hambre de los tarahumaras en Chihuahua?

¿A cuántos docentes que trabajan frente a grupo se les puede acusar de fomentar el uso de drogas, de promover el alcoholismo, de corrupción, de estar en nóminas clandestinas, de participar en ejecuciones?

¿A cuántos docentes que trabajan frente a grupo se les está investigando por actividades delictivas? ¿Cuántos prepararan árbitros corruptos, roban a mano armada o son ladrones de cuello blanco?

¿Cuántos docentes que trabajan frente a grupo han organizado un fraude electoral? ¿Cuántos de ellos son culpables de la guerra contra el narco? ¿Cuántos de ellos tienen las manos manchadas de sangre inocente y ajena a esa guerra? ¿Cuántos de ellos han tergiversado información porque una televisora, una radiodifusora o un diario así lo dictan?

Y finalmente, ¿a cuántos docentes que trabajan frente a grupo se les ha preguntado acerca de las mejores estrategias de enseñanza y aprendizaje para implementarlas en la enésima reforma educativa de este país sexenal?

Son muchas interrogantes, pero en las respuestas podemos encontrar que, si bien es cierto que el magisterio no es la piedra de toque para la salvación de México, tampoco es el origen de todos sus males.

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La Quincena Nº92

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