CRÓNICAS PERDIDAS
Collar de perro
Gerson Gómez
onterrey.- Tan incómoda es la monotonía, que la sacudes con la misma fortaleza con la que te deshaces de tus empleados, enviándoles por el gusto de verlos desfilar con cara de angustia, a la oficina de recursos humanos.
Eres porque puedes, lo demás, carece de importancia.
Los fines de semana comienzan desde el miércoles.
Separas la avioneta. Le dices a tu vieja, como te refieres de ella, cuando estás con tus amigos más cercanos. Vamos a las Vegas.
Abordan la avioneta en el aeropuerto del Norte.
Viajan algunas horas, conversando con las otras parejas, sus acompañantes.
En el puerto aduanal les saludan, como si apenas ayer los hubieran visto.
Se instalan en el hotel. Servicio a la habitación.
Al bell boy le solicitas el conecte de su diler.
Te trae tachas, cristal, cocaína y lsd.
Con tachas y cocaína está perfecto. Extiendes el billete de mil dólares.
Queda con el cambio, quizá más tarde te llame.
Por la noche, entachado llegas a la disco con tu vieja y tus amigos.
Descubres a Lindsay Lohan en el área VIP.
El gerente te ofrece mesa adjunta, cinco mil dólares de cover.
¿Cómo ven?
800 por pareja, más consumo. No está mal. Hemos gastado más en el país, generando empleos, nos merecemos este detalle.
Se sientan y ordenan cuatro botellas de champagne, que llegan con las delicadas copas, altas y delgadas, brillantes.
Desde la planta baja, las chicas que han venido a divertirse, las que se ganan el sustento con el cuerpo, hermosas y estilizadas, imaginan convivir con los socialité, sin importar su país de origen.
Las observas provocando pataleta de tu vieja, mientras te ofrecen todo tipo de acto sexual, con tan sólo levantar la mano, para acceder más allá, donde el par de negros con collar de perro, regulan el ingreso.
