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974 18 Enero 2012

ANÁLISIS A FONDO
Cascabel al gato en el DF
Francisco Gómez Maza

Miranda de Wallace, piedra en el camino
El descontento con el PRD, leña al fuego

C
iudad de México.-
No obstante que la mayoría de los votantes en el Distrito Federal es voto duro del Partido de la Revolución Democrática, formación integrante del Movimiento Progresista que encabeza Andrés Manuel López Obrador, la decisión, equivocada o no, de la activista Isabel Miranda de Wallace de ser la candidata del PAN (Partido de Acción Nacional) al gobierno del Distrito Federal indudablemente que pondrá en un brete a la izquierda.

Miranda de Wallace se hizo popular entre amplios sectores de la población mexicana, particularmente en el Distrito Federal, luego del secuestro y asesinato de su hijo, Hugo Alberto Wallace Miranda, desaparecido el 11 de julio de 2005.  Desde entonces, se ha dedicado a una lucha permanente por la seguridad pública en una asociación civil fundada por ella, denominada “Alto al secuestro”.

La activista adquirió notoriedad en amplios sectores populares, que la adoptaron como una lideresa del llamado movimiento ciudadano. Desde la desaparición de su hijo dedicó sus esfuerzos a investigar a los secuestradores y asesinos, denunciando la ineficiencia de las autoridades policiacas capitalinas y de las llamadas instituciones del sector seguridad y justicia del gobierno federal. Gracias a sus pesquisas, la policía detuvo a los secuestradores.

En el trascurso de su actividad como luchadora social, Miranda de Wallace propuso la creación de una ley para protección de los derechos de las víctimas de secuestro, que fue aprobada por la Cámara de Diputados.

Como un reconocimiento a sus esfuerzos en pro de la seguridad pública y los derechos humanos de las víctimas de secuestradores, Miranda de Wallace recibió, el 15 de diciembre de 2010, el premio nacional de derechos humanos.

La presencia de Miranda de Wallace en los medios de información le otorgó la simpatía de cientos de miles de ciudadanos del Distrito Federal, lo que los estrategas del partido de la derecha aprovecharon para sugerir a la dirigencia nacional del PAN a designarla como candidata externa para intentar desbancar al PRD del gobierno de la ciudad.

Amplios grupos de ciudadanos están molestos con la actual administración, encabezada por el ex aspirante presidencia, Marcelo Ebrard Cassaubón, en gran medida por el desquiciamiento de la conectividad ciudadana, derivado de la gran cantidad de obras viales que aletargan el traslado en las principales vías urbanas. La ampliación de las líneas del tren subterráneo –Metro– y la construcción de las del llamado Metrobús han convertido a la ciudad de México en una ciudad bombardeada en tiempos de guerra.

Entre los propagandistas antigubernamentales y antiperredistas sobresalen los conductores del trasporte privado, especialmente los taxistas, que obviamente serán los más aguerridos promotores del voto a favor de Miranda de Wallace. Los taxis, después de la televisión, son los más eficaces medios de publicidad y propaganda y tienen gran influencia en el sector de ciudadanos que usa ese medio de transporte.

Así, con la decisión de la luchadora social la poderosa estructura perredista se cimbró, pues no contaba con un imponderable de la envergadura de una popular luchadora social representando a una derecha ávida de poder en la ciudad de México, en donde jamás ha representado un peligro electoral ante los millones de votos duros del gremio llamado “de la Revolución Democrática”.

El candidato del PRD a la jefatura de gobierno del Distrito Federal será designado mediante una encuesta, similar a la que llevó a López Obrador a la candidatura presidencia. Quien resulte nominado –los más viable son Miguel Ángel Mancera, quien desempeño un papel decoroso como procurador general de justicia, y goza de prestigio en las filas de miembros y simpatizantes del partido del sol azteca, y Alejandra Barrales, una perredista proveniente del movimiento sindical de aeromozas y lideresa de la mayoría perredista en la Asamblea Legislativa– verá mermada su popularidad ante Miranda de Wallace.

A desfondo: Los adversarios del Partido de la Revolución Democrática comenzaron a lamerse los dedos desde el momento en que supieron que el PAN había designado a Miranda de Wallace como su candidata al gobierno de la ciudad, y comenzaron a apostar por ella, no tanto por el PAN. Estaban muy tristes porque tendrían otros seis años de gobierno perredista. Ahora, la luchadora social les representa, más que a la alternancia democrática, una oportunidad para que la derecha se posicione en la ciudad más importante de México, en donde el partido del fallido presidente Calderón no pinta como una opción política, mientras el PRI se debate por resucitar una estructura partidaria prácticamente inexistente.

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La Quincena Nº92

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