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986 3 Febrero 2012

Ética para Erick
Carlos Leal Velazco

M
onterrey.-
No cabe duda que el tema de la política en México desde la época de la Independencia se filtra en los comentarios dentro de la familia, a veces fundamentales. Son decisiones que no sólo le competen al votante sino a toda la estructura del núcleo social.

Mi hijo Erick, un mocetón en sus flamantes 18 años, me muestra orgulloso su credencial para votar por primera vez. El dilema ocurre en el escenario de mi automóvil dándole un aventón para ver a su chava.

─ ¿Cómo te fue con lo de tu credencial?
─ Bien, apá, trabajan muy rápido en el IFE, aunque no se les quita la cara de burócratas.
─ ¿Y qué tienes contra los burócratas?
─ No, nada. Lo que pasa es que no te informan bien cómo es el trámite.
─ Lo que pasa es que andas bien enamorado.
─ Oye, pa, ¿tú por quién vas  a votar?

Como el voto es secreto, yo no podía decirle cuál era mi inclinación, porque sencillamente no lo había pensado; además, no había puesto atención a las ofertas de los candidatos. Pero tenía que decirle a mi hijo que era necesario una profunda reflexión para que el país no fuera a equivocarse (ni yo me lo creí).

Erick es blanco, colorado, estudia en FIME, trabaja y es un individuo noble. Respondí a la pregunta que me hacía de esta manera:

─ Imagínate que los hijos de los más ricos y poderosos han manejado al país por medio de la política y la economía, y la clase media solamente pudieran opinar; es decir, nomás ellos votan. Luego vinieron los juniors tecnócratas que modificaron la economía hacia una globalización donde no entraban los prietitos, feos y pobres. Ahora se trata de que se reparta mejor la riqueza del país, entonces tú decides por quién votar.
─ Pero si yo no conozco al que le dicen el copete biónico, ni qué ideas tiene para nosotros los jóvenes
─Ese candidato se llama Enrique Peña Nieto y dice que trae reformas a la salud y la seguridad.
─ ¿Y ese qué onda, papá, es el que dice mamá que tiene los ojos bonitos y el copete grande?
─ No nada más eso; hay que oír sus propuestas.
─ ¿Y la que nadie conoce pero todos la fuman?
─ ¿Qué es eso? ¿A quién o a qué te refieres con fumar?
─ Una señora que se apellida Mota; a mi hermana Samantha le cae mal porque siempre tiene los pelos parados y mamá dice que es una pesada y creída.

A estas alturas de la entrevista él tenía una percepción distinta en donde involucraba a su mamá y hermana con juicios superficiales, por ejemplo: que tenía ojos grandes, pestañas largas, que viste bien, que baila con todas, que se casó con la gaviota o que le va al mismo equipo que yo, me gusta como habla. Y como dice la frase: entre mujeres no se matan pero se acuchillan, algo así veo que los juicios preferenciales van a ser factores importantes para la elección, porque los candidatos no han sabido ampliar sus mensajes a los chavos.

─ ¿Tú por quién vas a votar Erick?
─ De seguro que por los que comenzaron la guerra donde han muerto y desaparecido varios de mis amigos, no. Tampoco por los corruptos y viejos que hicieron de este país uno de los más mediocres cuando tiene muchísimo potencial desperdiciado.
─ ¿Entonces sigues bien enamorado de Daniela?
─ Claro, la amo un chingo a mi flaquita preciosa.
─ ¿Cómo es ella?
─ ¿Cómo que cómo es?
─ ¿Es güera, trigueña, hija de ricos?
─ No, es normal, es morena, bonita y tiene atributos especiales como trabajadora, honrada, y llora cuando ve una injusticia.
─ Sabes que el único partido que no nombraste se llama PRD y el movimiento que promueve el candidato Manuel López Obrador se llama Morena, y trata de hacer en el país lo que tu novia ha hecho contigo.
─ ¡Ah!, pues por ése voy a votar, porque quiero como los demás compañeros de la escuela que este México cambie.
─ No importa que sea celosa, te regañe, te castigue y te gastes toda tu quincena en ella, que si no tienes lana para invitarla a cenar y si andas a pie ni te quiere ver. A pesar de todas las exigencias, ¿votarías por ella?
─ Como yo la quiero mucho y sé que podemos salir adelante juntos, a pesar de todo le apuesto mi futuro a ella.

Ante tal argumento, me siento sorprendido y si yo hubiera tenido esa misma oportunidad que mi hijo tiene de comparar a su novia con la política, seguro estoy de que me he equivocado en muchas ocasiones al emitir mi voto, pero en lo que sí estoy seguro es que no me equivoqué al elegir a mi esposa.

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La Quincena Nº92

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