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986 3 Febrero 2012

El ISSEG y sus avatares, 1
Luis Miguel Rionda

L
eón, Guanajuato.-
Los trabajadores públicos —estatales, universitarios y algunos municipales— del Estado de Guanajuato contamos con uno de los sistemas de seguridad social más saneados del país. El Instituto de Seguridad Social del Estado de Guanajuato (ISSEG) regentea una enorme bolsa económica de más de diez mil millones de pesos, más el valor creciente de los bienes inmuebles que ha construido y los negocios que ha abierto en los últimos años; con aportaciones anuales por más de mil 100 millones, y utilidades que superan los mil millones de pesos, también anuales. Sus más de 50 mil afiliados tenemos “aseguradas” nuestras pensiones hasta el año 2067, según reza el último informe disponible de la institución, de 2009. Pero esta situación de aparente bonanza es relativamente reciente, y nada nos garantiza que se mantenga en el futuro.

El gobernador Juan José Torres Landa (1961-1967) creó en 1962 la Dirección de Pensiones para proporcionar un régimen de seguridad y de servicios sociales a los trabajadores al servicio del estado y los municipios. Antes, los pocos pensionados del gobierno estatal recibían directamente sus gratificaciones de la tesorería, luego de que el Congreso del Estado aprobara caso por caso esos subsidios. No existía un régimen de aportaciones por parte del trabajador o del gobierno. A nivel federal ya existía la Dirección de Pensiones desde 1925, y en 1959 se fundó el ISSSTE.

Durante las seis primeras décadas del siglo pasado no existía una demanda social por un sistema público de pensiones, porque los pocos jubilados sencillamente se mantenían en la nómina, sin laborar,  hasta su muerte, que siempre era temprana. En 1950 la esperanza de vida masculina era de sólo 45 años, y 48 para las mujeres. Veinte años después ya era de 59 y 63 (INEGI). Hoy ya raya los 80 años: la auténtica ancianidad.

El IMSS, el ISSSTE y el ISSEG fueron creados para resolver el creciente problema de solventar las pensiones del futuro. Desgraciadamente durante sus primeras décadas esas instituciones fueron manejadas con gran irresponsabilidad, sin planeación actuarial alguna.

Recordemos que el ISSEG entró en una severa crisis financiera a fines de los años noventa. El 16 de junio de 1999 publiqué en un periódico de circulación estatal el siguiente comentario: “Se ha planteado por parte del consejo directivo del ISSEG la futura imposibilidad, bajo las condiciones actuales, de cubrir adecuadamente las prestaciones futuras de los casi 30 mil aportadores de fondos al instituto. Se aducen argumentos como la creciente demanda de jubilaciones y otros beneficios, como los préstamos, que pronto rebasarán la capacidad de respuesta del organismo. Para hacer frente a una posible crisis futura, se ha presentado una iniciativa de ley que propone aumentar las aportaciones del trabajador del 9% actual a un 15%, de forma paulatina, así como toda una serie de medidas que constriñen las actuales condiciones para obtener préstamos.”

“Lo que más llama la atención es el fuerte incremento en la edad mínima de jubilación, que subiría de los 55 a los 60 años. La opción de jubilación por años de servicio quedaría igual para los hombres –30 años-, pero se incrementaría para las mujeres, de 28 a los 30 años. ¡Viva la igualdad! Estos incrementos se verán traducidos en la creciente restricción de empleos futuros para los jóvenes, ya que las plazas seguirían siendo ocupadas por veteranos que aún no tendrían derecho a jubilación.” (Finalmente los años de servicio se mantuvieron intocados; pero se creó el programa de retención, que inmoviliza a trabajadores mayores en sus puestos de trabajo y restringe la renovación generacional de la burocracia).

Sigue mi autocita de 1999: “Son muchos los aspectos preocupantes en la iniciativa que se discutirá en el congreso, al parejo con otra impulsada por el sindicato magisterial. Lo que es definitivo es que no se trata de ningún avance en cuanto a la situación actual en los derechos de los trabajadores, sino que más bien se busca hacer descansar sobre los hombros de éstos la responsabilidad de garantizarse una protección en la vejez. El Estado se desafana de este paquete futuro, y se deja crecientemente en manos de los instrumentos financieros, es decir, de las variabilidades de los mercados de capitales, dentro de los cuales se moverán -¿o se mueven ya?- los fondos de pensiones de los burócratas guanajuatenses.”

La aplicación de estas medidas neoliberales le permitieron al ISSEG no sólo garantizar su viabilidad financiera durante los dos sexenios siguientes, sino pronto convertirse en uno de los fondos de pensiones más robustos y dinámicos del país. Incluso al punto de convertirse en “caja chica” del gobierno de la entidad y en prestamista de los gobiernos municipales, como ocurrió en 2010, cuando el instituto les otorgó a 12 municipios un “adelanto de participaciones” (obligación del gobierno del estado) por 102 millones de pesos. 

Pero mejor continuamos la próxima semana…

Antropólogo social. Profesor investigador de la Universidad de Guanajuato, Campus León.
luis@rionda.netwww.luis.rionda.net - rionda.blogspot.com

 

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La Quincena Nº92

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