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986 3 Febrero 2012

Agallón Mafafas
Nora Elsa Valdez

M
onterrey.-
Como en aquella película donde salía un angelito y un diablito, aconsejando a Luis Aguilar actuar bien o actuar mal, dentro de todos nosotros y como parte de nuestra naturaleza humana, existe un ángel que nos guía hacia el bien y un demonio, un Hitler, que nos aconseja destruir.

Somos Consciencia, además de cuerpo humano, y dependiendo de lo que queremos vivir y experimentar, a veces actuamos bien y a veces hacemos daño. Nuestra consciencia en la noche nos deja dormir tranquilos o no nos deja dormir, dependiendo de nuestros actos. No está afuera, sino dentro de nosotros, el juicio final por nuestras acciones. Las Erinias, seres femeninos de la mitología griega, nos castigarán eternamente si hacemos daño a los demás.

Estamos divididos en dos. Una mitad de nosotros es nuestra parte autoritaria, el Hitler que todos llevamos dentro. Esta mitad cree que somos superiores a todos los demás, y que eso nos da derecho a hacer lo que nos dé la gana, sin respetar a nadie, y que si queremos podemos hasta quitar la vida a otras personas. La otra mitad de nosotros cree que todos somos iguales y que debemos respetarnos.

Cada una de estas dos mitades ostenta dos tipos diferentes de poder: nuestro lado Hitleriano utiliza el “poder sobre”. El lado amoroso que cree en la igualdad, utiliza el “poder con”.

Un ejemplo de “poder sobre”, podría ser el que ejerce un esposo autoritario, sobre su esposa sumisa que sólo trabaja en casa y él es el que sale a ganar dinero. Cuando ella tiene algún problema con su esposo, digamos que no completa con el gasto porque su marido gasta mucho en cervezas con sus amigos, ella tratará de hablar con él, de negociar, de arreglar eso que está lastimando a toda la familia, incluido el marido.

Ella usará el concepto de “poder con” para tratar de resolver el problema. Ella cree que su esposo la considera igual a él y que la va a escuchar, pues debe tener el mismo interés que ella en resolver eso que ella considera un problema, pues los afecta a todos. Ella ve que esa situación no está bien, cree que el esposo no se ha dado cuenta y trata de hablar con él para buscar la solución.

Pero el esposo autoritario que sale a ganar el dinero, considera que él tiene el “poder sobre” su esposa, pues se considera superior a ella porque piensa que ella no hace nada porque no gana dinero como él, aunque ella sea una madre y esposa que cumple mil tareas y obligaciones atendiendo su casa, hijos y marido.

Entonces este marido ejerce su “poder sobre” su esposa. No escucha nada de lo que ella le dice, ni le interesa hacer lo que ella sugiere, ni siquiera cree que hay ningún problema. Él no está dispuesto a dialogar, ni a negociar nada con ella, porque considera que tiene el poder total sobre la familia que mantiene, y que no tiene que rendirle cuentas a nadie, ni escuchar a nadie, pues todos están obligados a obedecerle. Si él gana el dinero, sólo él decide qué hacer con él.

Él cree que tiene el “poder sobre” todos. ¿Por qué tendría que escucharlos y negociar, y menos obedecer a su esposa, de la que pensará: ¿Cómo se atreve esta mujer a querer decirme lo que tengo qué hacer?

¿Le parece conocida esta situación?

El marido está viendo desde arriba a la esposa, y sólo da órdenes. Ella está abajo y debe obedecerlo. La esposa no entiende por qué él no entiende lo que ella le dice, y la insulta y la agrede para que obedezca sus órdenes. Ella cree que puede negociar “con” su esposo al que considera igual a ella, pero las respuestas de él no son de igual a igual, sino son para someterla y que obedezca lo que él ya decidió. Él nunca la tomará en cuenta para sus decisiones porque la considera inferior.

¿Recuerdan ustedes a Agallón Mafafas y a Juan Garrison, inolvidables personajes creados por los famosos Polivoces? Ellos representarían muy bien esto del “poder sobre” y el “poder con”. Agallón Mafafas daba órdenes a Juan Gárrison, y éste, por la misma extraña razón por la que una esposa soporta el maltrato de un marido, aguantaba todas las locuras, abusos y órdenes irracionales de su Comandante Agallón.

Agallón Mafafas ejercía el “poder sobre” Juan Garrison, y éste, utilizando el “poder con”, siempre trataba de convencerlo de que sus órdenes no estaban bien, o de que estaba equivocado en algo, o de que era abusivo, pero lo único que recibía de su Comandante, eran golpes en la cabeza, pues éste se creía el sabio que tenía la razón.

Al final Juan Gárrison se fue haciendo astuto y cínico, para defenderse y burlarse del abusivo Agallón, aunque siempre seguía junto a él, aguantando los golpes en la cabeza.

En la película de Casarse está en Griego, la esposa y las mujeres de la casa se ponen de acuerdo para manipular al marido autoritario y necio, para que tome una decisión que a ellas les conviene, y sin que él se dé cuenta le hacen creer que ha sido idea de él. Después de esto y a solas, la esposa resume a la hija la lección que debe de aprender diciéndole: “El marido es la cabeza, pero la mujer es el cuello”.

El autoritarismo, el abuso, dura mientras el sumiso siente miedo y lo permite. Pero cuando éste se cansa del abuso, pasa al cinismo y a la venganza, hasta que al fin se libera del miedo y se aleja. Ejercer el “poder sobre” es una trampa para Agallón, pues quien ejerce el “poder sobre” siempre se queda solo, o termina mal.

Cuando alguien se siente Agallón Mafafas, sólo está usando el raciocinio. Podrá ser muy analítico, creerse muy listo y encontrar magníficas respuestas, pero si se desconecta del sentido común, llega como Agallón Mafafas a conclusiones ridículas, tontas y dañinas para todos.

Hay muchos Agallones ejerciendo el “poder sobre”. El pueblo, el ciudadano es como Juan Gárrison, que necesita darse cuenta de que nunca podrá negociar con Agallón Mafafas. De nada le sirve argumentar, creyendo que está con un igual que no ha visto bien el problema o la solución, pues sólo seguirá recibiendo golpes en la cabeza. Agallón no lo ve, ni lo escucha, ni le interesa lo que haga, diga o piense.

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La Quincena Nº92

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