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1013 13 Marzo 2012

Ivonne ganó una batalla, pero sigue la guerra
Hugo L. del Río

Monterrey.- Es una caminata de diez mil kilómetros, pero ya se dio el primer paso. Debemos ver el fallo del juez Héctor Pérez Pérez, favorable a Ivonne Álvarez, coalcaldesa de Guadalupe, como un desafío: durante siglos se acumularon obstáculos y basura en el sendero de la justicia.

Es imposible limpiar el espacio de un día para otro.

Lo bueno: Dinorah Cantú y el abogado Olmo Guerrero no se desaniman. El letrado ya dijo que si Álvarez vuelve a pedir permiso al Cabildo (je je: los regidores son empleados domésticos de la dama en cuestión), él de nueva cuenta pedirá el amparo para bloquear la graciosa huída del sector femenil del tándem que está arruinando al vecino municipio.

Dinorah firma un interesante artículo que publicó El Norte el domingo. El texto, me parece, tiene factura profesional. Se vale. Quizás la chica no lo escribió, pero la nota sin duda refleja sus procesos mentales.

Y esto hay que aplaudirlo. Dinorah nos dice que “para poder hacer algo no necesitamos un líder. Basta salir de la indiferencia”. Los clásicos llamaban a esto “clavar una pica en Flandes”.

Los caudillos salvadores de la patria le han hecho mucho daño a México. No necesitamos profetas iluminados. Como escribió Primo Levi, es más sano entendernos con personas comunes y corrientes.

Álvarez quiere hacer carrera política y comenzó a manejar bien sus piezas, después del berrinche inicial. Dice que consultará con su equipo, sobre todo con los abogados, y que en unos días tomará una decisión acerca de si se queda, compartiendo como hasta ahora el palacio municipal con Ismael Flores, o se la juega para llegar al Senado.

En realidad, los guadalupenses, supongo, no llorarán lágrimas de sangre si se va Álvarez.

Vuelvo a Dinorah: “A México le aquejan muchos males y la única respuesta posible tiene que venir de la ciudadanía organizada. Eso solamente puede pasar si cada uno se asume como responsable”.

Pie de página: Otra vez se nos escapó el Chapo Guzmán por un pelito.

Bah: los dos Cabos caben en un pañuelo. Caminas diez pasos en cualquier dirección y ya te saliste de la aldea. Es imposible que alguien pase inadvertido.

Dice la leyenda urbana que fue The Associated Press –¿con ayuda de la DEA?─ y no la PGR, la que descubrió al capo.

El sinaloense nunca se esconde: se va con calma a otra parte cuando le dicen que ya está muy visto.

La agencia informativa nos dedica una saeta envenenada. El mundo confirma que “al igual que en otras ocasiones en el pasado, su escape al último momento despierta sospechas de que hubiese (sic) sido alertado”.

 

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pq94

La Quincena N�92


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