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1013 13 Marzo 2012

Antes de las cenizas
Raúl Ernesto Márquez

A la comunidad universitaria, al gobierno y a la sociedad

Monterrey.- Sucede que al salir a las calles, ya sea para ir a la escuela o al trabajo, lo que más deseamos es poder asegurar y asegurarnos, día con día, que regresaremos con bien. Con este sentido, preparar los textos que enriquecen nuestro camino, darle play al reproductor de audio, tomar nuestras mochilas y decidir cada uno de los pasos rumbo a nuestro destino. No escatimar en ideas y sueños que propicia el andar, dejar a la imaginación volar y así pululen, entre violencias ciclónicas, los proyectos más nobles y ambiciosos.

Sucede (por más insólito que les parezca a algunos) que como jóvenes, también pensamos en nuestro futuro, reflexionamos sobre nuestros sueños y, para cumplirlos, ponemos toda nuestra disposición y energía en ello. Al parecer (por más insólito que nos parezca a algunos) existen personas que no han comprendido la sencillez nuestra de sentir y hacer. No han comprendido la geometría de nuestra juventud, con sus estridentes vértices y dislocados ritmos.

Mientras es la sociedad el horizonte que da cuerda a nuestros pasos, nos hacen sentir que es también ésta quien nos da la espalda. Ante la falta de disposición, por algunas de estas difusas partes de la sociedad, pareciera que hemos nacido para perder. Sólo nuestras familias nos dan el consuelo para seguir adelante. Y, de un momento a otro, sin más aviso que la incertidumbre, son ellos quienes caen invadidos por el desconsuelo al nunca vernos regresar.

El pasado miércoles 7 de marzo, el entramado simbólico y real, para la producción de ideas, registró el deceso de un haz creativo. Por nombre llevaba José Fidencio García Neri, por apodo “Suri”, quien el día de hoy cumpliría 27 años y murió en manos de “Todos”: “Yo”, “Tú”, “Él”, “Ustedes”, “Ellos”, “Nosotros”. Ninguno de nosotros levantó el arma. Ninguno de nosotros apuntó sin preguntarse si el sufrimiento sería demasiado. Ninguno de nosotros presionó el gatillo que liberó la bala, que atravesó el cuerpo, que nos tiene aquí. Nosotros no pudimos hacer nada al respecto. O, ¿no quisimos hacer nada al respecto?

La respuesta a esta última pregunta, tristemente, se constituye de muchas más preguntas. Como sociedad, nuestro papel es responderlas, nadie es ajeno a esta responsabilidad. Pero como estudiantes universitarios, creemos que en nuestra Alma Máter se deberían estar gestando un gran número de ideas, proyectos y soluciones para este problema de violencia estructural que sufre el país.

Es deber de la Universidad Autónoma de Nuevo León, y de todas las instituciones educativas de país, responder al llamado de auxilio de esta sociedad dividida y mutilada.

Todos los alumnos del Colegio de Sociología, al igual que “Suri”, comenzamos nuestra licenciatura con la común idea de generar un cambio en la sociedad, de hacer de este mundo “un mundo mejor”. Ideas que con el paso del tiempo, se han ido desgastando, han perdido un poco de relevancia al enfrentarse a las dinámicas académicas.

Es hora de que todos sintamos que la sociedad nos necesitas, activarnos y participar. Dejar a un lado las mismas mentiras que inundan el discurso político, y comenzar a actuar.

Como estudiantes, la Universidad debe asegurarnos que no caminamos solos, que respalda nuestros ideales y nuestros sueños. Como individuos, la sociedad debe tomar la misma posición.

Esperemos que las ideas que se discuten en las aulas, discusiones de las cuales “Suri” también fue partícipe, no sean en vano. No nos resignamos a pensar que todo esto que construimos al paso de los libros, se quede sólo en el papel.

El día de hoy recordamos a José Fidencio, “Suri”. Pero también hacen eco los nombres de otros compañeros, víctimas de esta “guerra” (como suelen llamarla) que tanto repudiamos:

Víctor Castro Santillán, estudiante de intercambio en la Facultad de Psicología, secuestrado y asesinado en abril de 2010.

Lucila Quintanilla Ocañas, estudiante de la Facultad de Artes Visuales, asesinada en un tiroteo en la Plaza Comercial Morelos, en octubre de 2010.

Raúl Javier Villarreal Martínez, de la Facultad de Arquitectura, asesinado en el fuego cruzado de una balacera, en marzo de 2011.

Roy Rivera Hidalgo, de la Facultad de Filosofía y Letras, secuestrado el 11 de enero de 2011.

Gabriela Pineda Aguilar, de la Facultad de Psicología, quien perdió la vida durante un ataque en contra de un elemento de la Policía de Monterrey, en abril de 2011.

Diego Monsiváis Prieto, de la Facultad de Arquitectura, asesinado afuera de su domicilio en agosto de 2011.

También es nuestro deber mencionar a los más de cincuenta mil muertos, producto de esta mala estrategia de seguridad pública.

A las tantas familias que continúan sufriendo al ver morir a hijas e
hijos, madres y padres, mujeres y hombres en este fuego cruzado que deshumaniza a las víctimas tras el humo de los crecientes números y los discursos que buscan incluir a muchos de nuestros muertos en
el juego de la delincuencia.

¿Cuántos más deben sufrir antes de que reaccionemos? ¿Cuánto más debemos sufrir antes de que reaccionemos?

Por ello exigimos que nadie en la Universidad Autónoma de Nuevo León, y en las demás instituciones educativas del país, guarde silencio. Que ninguno de nosotros (estudiantes, maestros y directivos), contribuyamos a la paralizante indiferencia.

Exigimos las herramientas necesarias para resolver esto, y que no se nos cierren las puertas, porque creemos que el fuego de la verdad está en las manos de todos nosotros, y debemos actuar antes que se reduzca a cenizas.

ALERE FLAMMAM VERITATIS
Ciudad Universitaria, marzo 12 de 2012

* Texto leído en la Marcha-Mitin en el Campus de la Uanl.

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