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1046 27 Abril 2012

 

Domingo 22
Nora Carolina Rodríguez

Monterrey.- La cita en la Macroplaza es a las dieciséis horas. Con horario de verano, pues son las tres del invierno. El sol a todo lo que da. El sol de Monterrey que tanto sigue a los niños, como dijo Alfonso Reyes, y a todos los que andamos bajo él, y no nomás nos sigue, nos tatema a todos por igual.

Llegamos con Alexis, que anda con Morena. Su camiseta toda machacada, él feliz. Compramos dos litros de agua antes de llegar. La asoleada va a estar buena.

Al cruzar la calle Doctor Coss, nos ganó el paso un contingente de militares y federales disfrazados de policías municipales. Para que no se nos olvide que vivimos en estado de sitio. Para que no se nos olvide que la guerrita de Calderón amenaza con continuar. Para que no se nos olvide que hace seis años nuestra seguridad personal, económica y social se encuentra secuestrada. Se estacionaron cerca del Palacio de Gobierno.

Varios camiones, también estacionados, han traído a la gente que viene de diferentes municipios, para estar con su candidato. Algunos viejos, muchísimos jóvenes. La mayoría, jóvenes.

Este domingo, como hace seis años, la intelectualidad regia se manifiesta. Ahora, seis años más viejos todos, cavilosos, serios pero todavía esperanzados. Y por supuesto, con cara de intelectuales orgánicos.

Un grupo de música regional ameniza la tarde. No reconocí ninguna canción, lo que me hizo pensar que no era un grupo muy conocido, es decir, no se invirtió mucho en el mitin. Aunque para quienes llegaron a las tres, hubo gorras del PT, así como banderines; fue notoria la escasez de propaganda. Cuidando los gastos de campaña, evidentemente. Si hace seis años tronaron cohetones a destiempo, ahora no tronaron ninguno. Pero esto ha de ser más bien porque, como estamos asustados, unos tronidos podrían espantarnos y las consecuencias serían funestas.

Cedieron el micrófono a una candidata local y aparentemente se le olvidó que usaba micrófono, porque en poco tiempo quedó afónica ya que gritaba. Sus palabras entrecortadas eran ininteligibles. Pero su entusiasmo nunca declinó. Solicitaron que Alfonso Romo diera la bienvenida a López Obrador, lo cual hizo cabalmente, y vaya que este gesto y este apoyo es trascendental. Nomás que Poncho Romo no es Lorenzo Zambrano y hasta donde se sabe, este último apoya al PRI en estos momentos. Además, en su discurso, el señor López no hubiera podido criticar a los empresarios televisos y corruptos si fueran los que lo apoyaran.

Llegó Andrés Manuel en camioneta blanca y todas las mujeres del podium venían también vestidas de blanco. Él, de manera sencilla con camisa casual y pantalones de vestir, ni corbata ni saco. Su discurso, cercano a la gente, comprensible y claro.

La concurrencia, alborotada coreando: ¡Obrador!, ¡Obrador! ¡Pre-si-den-te!

El discurso, alentador y humanista. Habló de educación, de falta de educación, de falta de conocimiento de la historia y de la filosofía en las nuevas generaciones. Evidenció a la Gordillo, sin mencionar su nombre, sólo dijo que vive en San Diego y que cruza a Tijuana para hacer reuniones con jerarcas sindicales del magisterio, que no es posible que se niegue la evaluación de docentes, que toda política pública debe evaluarse y que la educación debe evaluarse. El desempeño docente es sólo un elemento en los procesos educativos. (Obrador, no confundamos la educación con el desempeño docente. Ya lo hizo Loret de Mola, no le sigamos el jueguito.)

Habló de que va a construir carreteras y puso énfasis en el tema de la seguridad y prometió que cada quince días va a hacer una reunión aquí, con el gabinete correspondiente para mejorar las condiciones en que estamos viviendo. Les tiró una hablada a los militares, diciendo que no necesitamos más soldados en las calles. Si gana, empiecen a hacer sus maletas, señores de verde.

No es posible que su discurso cambie radicalmente, desde que fue candidato hace seis años, pero ahora incluye temas como el de la compasión, y su alegato sobre el amor y la comprensión, que no son descabellados pero sí difíciles de alcanzar. Son nuevos ingredientes. Ojalá que realmente fuéramos compasivos. No me imagino a los soldaditos que rondaban por ahí como personas compasivas. Quisiera pero no puedo.

Cuando dice que va a ayudar a las mujeres porque hay muchas madres solteras, que muchas mujeres son jefas de familia, me pregunto si pensará en apoyar la construcción de nuevas masculinidades, en orientar a los hombres para que tomen la responsabilidad de compartir la vida en familia, o si pretende dar lo que siempre se ha ofrecido a las mujeres pero es letra muerta: dignidad, igualdad de oportunidades y equidad en el ingreso. Con estancias infantiles ofrece apoyar a las madres solteras. También se dirige a los viejos y dice que los va a ayudar y ofrece revivir el campo mexicano.

Critica a empresarios, a medios de comunicación vendidos, critica los sueldos de los funcionarios y dice que él va a ganar la mitad de lo que gana ahorita el que preside en el poder, también promete que los sueldos de todos los funcionarios serán más bajos y hasta que va a convencer a diputados y senadores para lo mismo. La gente está contenta con todos los ofrecimientos y el entusiasmo invade a los presentes. La candidata que quedó afónica, acompaña con gesticulaciones, con lenguaje mímico lo que va mencionando Obrador. Tanta felicidad la llena y de forma espontánea baila, se mueve y gesticula como si hiciera traducción para sordos del discurso. Ahora pienso que podrían dar el discurso con lengua de señas e invitar a personas con discapacidad auditiva, y realmente ser incluyentes, no nomás decirlo.

Un asunto que menciona con énfasis es la creación de una cartilla moral semejante a la que enunció Alfonso Reyes, dice que buscarán un nombre para ese código ético contra la corrupción.  También presenta a quienes formarán parte de su gabinete y en esta tarde lo acompañan.

Quiere irse, tal vez tiene algo qué hacer, y alega que hace mucho sol. Pero si es emblemático ese sol, por un lado es parte de una de las banderas que lo auspician, por otro, nuestro sol que nos sigue a todos lados y al que, queramos o no, regios y nuevoleoneses todos, estamos tan acostumbrados. Le dice la gente que hable, que el sol no cala.

Pero el discurso se acaba, ya hasta contó de qué pueblo de Tabasco es, de Tepetitán; parece que quiere platicar como en confianza, quiere hacer un ambiente de amigos de verdad, quiere ganarse los votos que necesita para convertirse en presidente. Y yo espero que lo logre.

Nos encontramos de nuevo con Alexis, que se tomaba fotografías con sus amigos y amigas de Morena y caminamos rumbo al sur; a la altura de la calle Padre Mier, pasó el contingente de AMLO, varias camionetas blancas encabezadas por la que él tripulaba. Le dijimos adiós con la mano y el conductor sonó el claxon y nos dijo adiós.

Cansados, volvimos a la casa todavía con el sol acompañándonos.

 

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La Quincena N?92


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