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1053 8 Mayo 2012

 

Nadie ganó, porque no hubo
Efrén Vázquez

Monterrey.- Como los anteriores “debates” presidenciales, el de ahora quedó sólo en promesa. No hubo debate, por eso nadie ganó. Lo que hubo fue una transmisión televisiva y radiofónica en la cual los candidatos usaron el tiempo que les correspondía, en forma de spots, para persuadir a los electores: perspectiva interesada en sumar votos a favor; y dicha transmisión ni siquiera fue en cobertura nacional, porque, para la organización, en cuanto a formato y cobertura, el IFE, a pesar de tantos recursos que se le asignan, ha probado su ineficiencia.

Al igual que la “conversación” y la “discusión”, el “debate” es una de tantas formas de diálogo racional, a través del cual los participantes, en él, buscan un acuerdo de sentido sobre algo.

En el caso específico del debate político hay dos tipos de participantes: a) los candidatos a cargos públicos, que son quienes plantean sus propuestas y críticas a sus contrincantes ante los electores; b) los electores, que son los que, con base a las razones expuestas por los candidatos, deciden pronunciarse a favor de una u otra propuesta.

Ahora bien, si el fin del debate político es persuadir con buenas razones a los electores para integrar la “voluntad general” de una nación a través de un diálogo racional, desde luego, con el voto, de cada uno de los electores, entonces, la regla número de este tipo de debate es que, para que haya debate, tiene que haber “preguntas y respuestas con sentido” de cada uno de los participantes como candidatos, réplicas y contra-réplicas. 

Y nada de esto hubo en el mal llamado debate. Vázquez Mota y AMLO, posiblemente, pensando en que las elecciones no se ganan con buenas razones sino con buenos spots televisivos, aprovecharon el tiempo que les correspondía para lanzar serias imputaciones a Peña Nieto, casi todas conocidas y  todas con suficiente sustento. Desde el principio dijo que iba a informar a la ciudadanía y eso fue lo que hizo, no quiso debatir sino enrostrar verdades a sus adversarios. 

Peña Nieto, quien no quería debatir porque a él le sobran los spots televisivos, dedicó su tiempo a defenderse con palabras sin sentido, de esas acusaciones. Finalmente, estos tres candidatos, en no pocos puntos, olvidaron las preguntas referentes a sus propuestas de gobierno. Josefina se vio opacada, no pudo dar respuesta de su falta de seriedad como legisladora, al cobrar, y no asistir a las sesiones. Al final, hubo un momento en que provocó risa, cuando dijo que quería ser la presidente para que en México siguiera habiendo paz y progreso económico.

Quadri, por su parte, que nada tenía que perder y sí todas las de ganar, sí respondió a estos cuestionamientos, pero tampoco debatió porque no tuvo con quién debatir, pues la segunda regla del debate es que, para que haya debate político, tiene que haber, por lo menos, dos participantes como candidatos que quieran debatir.

Todos ignoraron a Quadri. Éste lanzó sus críticas sólo contra AMLO y Josefina y dejó pasar todas las aseveraciones de Peña Nieto que eran refutables, con lo que se mostró como palero del PRI. Reafirmó su amor al PRI cuando dijo que “hace doce años asesábamos mejor”.  Hábilmente, trato de vender la imagen de un pacífico ciudadano, mas no de un político peleonero, con lo cual, en términos de la real politique, demuestra que es más político que los políticos. Y este tipo de políticos son los que más daño hacen al sistema de partidos, porque al olvidar principios, se convierten en rémora de los grandes partidos que necesitan de la chiquillada.  

Por último, sin agotar el tema, la regla número tres, del debate político, por supuesto, en una democracia, es que no se debe dejar a nadie sin participar, ya sea como candidato o como elector.

En el debate que acabamos de presenciar no se cumplió con ninguna de estas reglas. Y, por si fuera poco, en contra de la regla número tres del debate político, se excluyó a millones de electores, ya que el IFE, que antes brillaba por su pulcritud en el trabajo que realizaba, ahora no tuvo la precaución de comprar el tiempo de todos los medios electrónicos para que el debate se transmitiera en cadena nacional.

¿Pero cómo pensar en que el IFE puede obligar a los candidatos a que se sometan a las reglas del debate, si no ha podido obligar al PRI a que respete el tope de campaña?

 

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pq94

La Quincena N?92


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