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1056 11 Mayo 2012

 

Informar o morir
Luis Miguel Rionda

Guanajuato.- Entre el año 2000 y el 2011 fueron asesinados en México 75 periodistas, declaró la Comisión Nacional de Derechos Humanos a principios del presente año (www.informador.com.mx, 7 de enero 2012). El sitio informativo animalpolitico.com señaló ayer que el periódico británico The Gardian montó una exposición con 55 fotografías de esos ejecutados.

Pero el genocidio no parece detenerse: en versión de algunos medios, en el 2012 ya suman una docena, incluyendo los cuatro recién exterminados en Veracruz. 

El oficio de informar nunca ha sido grato para los poderosos, ya sea en el gobierno o en el hampa. Cuando el reportero o el cronista se muestra profesional, y privilegia la difusión de la verdad pura y dura, está poniendo en riesgo su integridad, si no es que su vida. Esto no es nuevo, ni es propio de esta guerra contra el crimen organizado. Todos recordamos el artero asesinato de Manuel Buendía hace casi exactamente 28 años, por órdenes del entonces director de la tenebrosa Dirección Federal de Seguridad, enfurecido por las evidencias publicadas por el columnista sobre sus vínculos con el narcotráfico. Pero mucho se dijo y se dice que la responsabilidad escalaba hasta la presidencia de la República.

Docenas de otros informadores fueron golpeados, encarcelados o muertos durante las décadas previas de la posrevolución y el porfiriato. Los historiadores de la prensa en México pueden dar buena cuenta de esa situación. Siempre ha sido oficio de riesgo, pero nunca tanto como ahora.

El semanario tijuanense Zeta (7 de mayo 2012), que lleva un seguimiento del tema desde hace 30 años, recién informa que durante el sexenio del matarife Díaz Ordaz sólo se registraron tres homicidios contra periodistas; seis en los tiempos del locuaz Echeverría; doce durante la hecatombe lopezportillista; 33 durante el sacudido sexenio de De la Madrid; 46 durante los seis años de autoritarismo salinista; 24 con el tan criticado Zedillo; 28 en el desorientado periodo de Fox, hasta los espeluznantes ─por su número y su forma─ homicidios acumulados actuales. 

Es claro que ha habido un crecimiento sostenido en las cifras morales de la prensa, pero la actual guerra civil que mantienen nuestros gobiernos ─algunos, no todos─ contra los carteles de delincuentes, nos ha envuelto en una escalada de violencia que ha hecho correr la sangre en las bases de las imprentas y las rotativas. La tinta se ha vuelto mortal no sólo para los destinatarios de las críticas, sino también para los emisores de comentarios agudos que lastiman las sensibilidades de los facinerosos.

El mismo semanario Zeta reporta que en este año México ya es considerado por Reporteros Sin Fronteras (http://es.rsf.org/) el país más peligroso del mundo para los periodistas. Ya desbancamos del sitial a Afganistán, país sumergido en una auténtica guerra civil con la ocupación militar de un país extranjero.

En lo personal manifiesto mi solidaridad y mi angustia compartida con los miembros de un gremio al que siempre he estado cercano. Mi primer empleo fue como fotógrafo de prensa, allá por 1976. Luego comencé a reportear eventos culturales y a publicar crónicas  en 1981. Desde entonces he acompañado a esa digna profesión, heredera de los heraldos, juglares, narradores y cronistas que mantenían informada a la población analfabeta de la antigüedad y la edad media.

He conocido periodistas ejemplares por su profesionalismo, así como los que no lo son tanto, y se prestan al chayoteo y la gacetilla disfrazada de información. Todos me merecen mi respeto, pero mi admiración, esa sólo la reparto por goteo. Y en estos momentos la dedico a la memoria de los 87 que se han visto martirizados por la barbarie.

Un grupo de periodistas y ciudadanos angustiados nos han convocado a manifestar públicamente nuestra exigencia de justicia y de seguridad para el gremio. Los lidera Verónica Espinoza, corresponsal de la revista Proceso y colega de la periodista veracruzana Regina Martínez, recién martirizada. Nos invitan a una manifestación pública a realizarse en Guanajuato capital, en su emblemática Plaza de la Paz, mañana sábado 12 poco antes de medio día. Nos acompañará Guillermo Velázquez, de los Leones de la Sierra de Xichú, así como periodistas, columnistas, fotoreporteros y ciudadanos angustiados. Búscanos en Facebook bajo la etiqueta “No nos pueden silenciar a todos”.

Sólo nos queda, además de encender una ofrenda en su memoria, exigirles a las autoridades locales y federales que se consagren a esclarecer los crímenes con presteza y efectividad, sin chivos expiatorios ni criminalización de las víctimas. ¡Todos somos Regina!

Antropólogo social. Profesor investigador de la Universidad de Guanajuato, Campus León.
luis@rionda.net – www.luis.rionda.net - rionda.blogspot.com – Twitter: @riondal

 

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