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1071 1 Junio 2012

 

ANÁLISIS A FONDO
Ahí viene López Obrador
Francisco Gómez Maza

La moneda está en el aire

Ciudad de México.- Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador, Josefina Vázquez Mota, Gabriel Quadri son los nombres que llenan las páginas de los periódicos impresos, los espacios de la Web, los portales periodísticos digitales, el Twitter, el Facebook y el resto de las blogs sociales, y los tiempos y barras de la radio y la televisión. Y dónde están los candidatos al Congreso de la Unión.

En el espectro mediático, los nombres de los candidatos al Senado y a la Cámara de Diputados están en el lado oscuro de la Luna. Aunque es posible que no tenga la mayor importancia, quién sabe el nombre de los aspirantes al Senado por su estado; quién conoce los del candidato a diputado por su distrito. Y eso que las elecciones para renovar el llamado poder legislativo son tan importantes como la de presidente de la república.

Independientemente de la fama de zánganos de que sufren diputados y senadores, este sistema “democrático” está basado en tres “poderes” –judicial, legislativo y ejecutivo-. Y el presidente, menos en estos tiempos, podría “gobernar” si no cuenta con el apoyo de los otros poderes, sobre todo del legislativo, cuyos miembros son sujetos de la llamada “elección popular”. 

Hasta esta semana, la inercia que empuja al candidato presidencial priísta arrastraba a los votantes a inclinarse por el PRI en el caso del legislativo. Por fin, por lo que revelan las consultas a diversos sectores representativos del electorado, se terminaría con el llamado gobierno dividido y el PRI se llevaría el “carro completo”.

Pero bueno. Independientemente del desconocimiento del nombre de los aspirantes, el PRI arrasaría y obtendría la mayoría de escaños en el Senado de la república y la mayoría de curules en la Cámara de diputados. Tendría así Peña Nieto el camino allanado para hacer lo que le pluguiera en materia de iniciativas de reformas constitucionales y legislativas.

Sin embargo, aún no hay nada escrito. La moneda está en el aire. Nadie debe tomar a la ligera y menos despreciar el repunte que en las encuestas va experimentando la campaña de López Obrador –los simpatizantes del tabasqueño, menos; el repunte podría ser un alegrón de burro, como dicen en mi terruño-. La encuesta del diario Reforma, divulgada el jueves, indicaría que la ventaja del mexiquense la está adelgazando el candidato de las izquierdas.

El maestro Alfonso Zárate, en su Lectura Política de la semana, lo explica infinitamente mejor que yo.

Primero asegura: la elección del titular del ejecutivo federal, espina dorsal de la política mexicana, acapara los reflectores en demérito de la renovación del otro poder, el legislativo, no obstante que en la disputa por las curules del Congreso de la Unión se juegan la capacidad de maniobra del próximo gobierno, la viabilidad del proyecto de quien resulte electo presidente y la fuerza de la oposición para intervenir en la agenda política legislativa.

A escasos treinta días para la jornada electoral, la marea rojiverde sigue presumiendo la fuerza suficiente para obtener la presidencia de la república, la mayoría en ambas cámaras y un crecimiento importante en los espacios locales.

Y si se concreta lo señalado por los sondeos, para gusto de unos y susto de otros, el reparto del poder daría un vuelco de proporciones mayores…

El maestro Zárate enciende la lampara amarilla:  “no todo está escrito. Todo lo imaginable puede ocurrir, incluido un vuelco mayor en las preferencias, máxime que, con el tiempo encima, seguramente los partidos y candidatos se disponen a echar su resto”.

Muchos son los ingredientes que podrían, sin duda, modificar el acomodo presente: los porcentajes de “indecisos”, o que no declaran ninguna preferencia en los sondeos, se mantiene por encima de los 20 puntos porcentuales, suficientes para cambiar las previsiones; un movimiento universitario ha desatado dinámicas novedosas y de interpelación hacia los medios y la clase política, en particular hacia el PRI y Peña Nieto, a quien se le mira a la defensiva, “comprometiéndose” incluso con lo obligatorio (Decálogo por una Presidencia Democrática), deslindándose de manera recurrente de personajes de su entorno exhibidos o caídos en desgracia, como Tomás Yarrington, el general Tomás Ángeles, Carlos Romero Deschamps, o Humberto Moreira.

analisisafondo@cablevision.net.mx

 

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