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1071 1 Junio 2012

 

Ombudsman del Migrante, III
Jaime Martínez Veloz

Tijuana.- En  febrero pasado el presidente Barack Obama creó la figura del defensor público de los migrantes, para garantizar que los grupos defensores de éstos, tengan un respaldo para atender los justo reclamos en esta materia. En México todavía es día en que no se han podido publicar las últimas reformas que en materia migratoria realizó el Congreso de la Unión. El nombramiento recayó en  Andrew Lorenzen-Strait, como el primer defensor público del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.

En medio de este contexto, María Puga, la viuda del mexicano Anastasio Hernández, quien falleció debido a una golpiza y descargas eléctricas de agentes fronterizos, pidió al presidente Barack Obama que se haga justicia, solicitando se identifiquen y sancionen a los responsables del acto bárbaro, donde nuestro connacional, murió por la golpiza que le propinaron 20 agentes fronterizos, el 28 de mayo del 2010, cuando estaba esposado y tirado boca abajo en un estacionamiento de San Ysidro a escasos metros de la frontera con Tijuana. El caso se conoció gracias a que un joven filmó la agresión en su teléfono celular y luego divulgó el video en YouTube y entre medios de comunicación.

Estos hechos nos indican la necesidad de no postergar más las decisiones necesarias para afrontar los temas relacionados con el fenómeno migratorio, que permea las relaciones de una gran mayoría de países en el mundo, entre ellos el nuestro y el de los países de todo el continente americano.

Actualmente, no hay ningún continente o región que no tenga migrantes. De todos los países del planeta salen y en todos entran, en mayor o menor medida, ciudadanos de otros países, sean o no vecinos. La migración es un fenómeno mundial, que se produce en lo fundamental como resultado directo de las políticas neoliberales a nivel planetario y se encuentra estrechamente vinculada a la globalización de la economía y el comercio, de la educación, de la cultura, de la ciencia, de la comunicación y en general de todos los procesos sociales, lo cual ha generado nuevas corrientes migratorias que han propiciado una problemática  sui generis que ha venido a transformar las relaciones diplomáticas y de diversa índole entre los países y las relaciones sociales al interior de las familias de los migrantes. Otras importantes migraciones ocurren por guerras, persecuciones políticas, étnicas, religiosas o desastres naturales.

Según la directora de la División de Población de la ONU, Hania Zlotnik, en una conferencia impartida en el mes de junio de 2009 en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, “alrededor del globo hay 214 millones de migrantes, es decir, el tres por ciento de la población mundial ha abandonado su país para vivir en el extranjero.” La cifra tiende a crecer permanente y rápidamente, si se considera que en 2001 había 175 millones y ya para 2006 había 191 millones de migrantes, de los cuales el 61% se dirigió a países industrializados  ─fenómeno llamado “migración norte”─  en los que dicho sea de paso, las tasas de natalidad de la población nativa son tan bajos que la inmigración constituye la mayor fuente para el crecimiento de la población. Los principales países expulsores de migrantes son asiáticos, latinoamericanos y africanos.

En el caso de México, nuestra nación es altamente exportadora de migrantes, la mayoría de los cuales tienen como destino los Estados Unidos, país para el que los mexicanos son fundamentales. Según la funcionaria de la ONU previamente citada, “en 2005, de todos los migrantes que se trasladaron de un país en vías de desarrollo a otro poderoso, uno de cada cinco fue mexicano”. Los mexicanos residentes en ese país representan el 32 por ciento de todos sus inmigrantes. Nuestro país resiente sensiblemente esta emigración, si se considera que la mayoría de los migrantes son jóvenes de entre 18 y 29 años y que en Estados Unidos radica alrededor del 10 por ciento de la población nacional, es decir, una décima parte de mexicanos de origen ha encontrado del otro lado de la frontera su medio de vida.

La realidad migratoria reclama que en forma inmediata se lleve a cabo la conjunción de esfuerzos y recursos institucionales, en tal forma que sea posible integrar las acciones del Estado mexicano para la protección de sus migrantes. Es tiempo de crear una instancia especializada, que permita atender en forma urgente, la necesaria e inaplazable defensa de los derechos de los migrantes mexicanos en el extranjero. Si bien la política migratoria no se puede circunscribir a la creación de este organismo, esto sería un paso trascendente en la creación de condiciones dignificadoras para quienes abandonan la patria en la búsqueda de una vida mejor. Una alternativa institucional viable, es la creación de un organismo autónomo, con personalidad jurídica y patrimonio propio que, perteneciente al Estado mexicano, unifique la acción de las instituciones que los atienden y tenga como principal objetivo la protección de los migrantes mexicanos.

Es un asunto de importancia vital el que exista y se aplique la autoridad del Estado para garantizar la integridad de los migrantes en el territorio nacional –como lo son los jornaleros agrícolas- y de los mexicanos en el extranjero, siendo necesario actualizar el derecho mexicano en esta materia. La defensa de los migrantes en nuestro territorio, tanto nacionales como extranjeros, y de los emigrantes mexicanos en el extranjero, no se encuentra institucionalizada dentro de la estructura gubernamental, lo que provoca un vacío en la defensa de los derechos de los mexicanos, y de los extranjeros que transitan por nuestro país. Por ello, también debe terminar y legislarse sobre el abuso de la autoridad contra extranjeros en situación de paso por nuestro territorio, quienes principalmente provienen de centro y Sudamérica.

En el extranjero, los mexicanos deben contar con el respaldo de una figura institucional mexicana que proteja los derechos que gobiernos extranjeros se niegan a reconocer, y que entran en conflicto con los derechos de que goza todo ser humano, al margen de su circunstancial situación migratoria.

 

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