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1077 11 Junio 2012

 

Sangre en los medios
Samuel Schmidt

Los Ángeles, California.- Recientemente pase por Ciudad Juárez, sintonicé una estación de radio que no escuchaba cuando vivía allí, y cuál fue mi sorpresa cuando al abrir el programa el titular del mismo no había llegado y quien usaba el micrófono empezó a leer, muy mal por cierto, la noticia que había seleccionado como principal para hablar de un incendio en locales comerciales desocupados.

Habló de detalles como la tardanza en salir agua de los camiones cisterna, aunque nunca dijo cuánto fue ese tiempo, dio mucha información que a mi parecer era de poca utilidad, pero le dedicó unos doce minutos a la nota. Cuando finalmente llegó el conductor titular, también habló del incendio.

Más tarde sintonicé otro programa que abrió diciendo que la ciudad llevaba 60 horas sin hechos sangrientos y el tema lo repetía supuestamente para darle varios ángulos a la información que no merecía mayor cosa, simplemente se establece el dato y basta. Es posible que estuviera decepcionado porque todo mostraba que su negocio era la sangre. Posteriormente una colega me enteró que esa es “la nueva moda”, los medios se detienen en detalles sangrientos, sin embargo, recuerdo que eso no es nuevo, hay estaciones de televisión que enviaban sus cámaras a la escena del crimen y se detenían largamente en los charcos de sangre, desde hace años se discute si esto no es acaso la apología del crimen.

Un amigo me decía: fíjate bien que en Las Vegas hay una política para enterrar al crimen en los medios de comunicación, por supuesto que ahí hay asesinatos, pero los reportan en letra chiquita y muy atrás en los periódicos; les interesa dar la impresión de ser una ciudad segura y que no parezca que está en manos de los criminales. En Ciudad Juárez al parecer es lo contrario: se le da una importancia desmedida a los actos criminales, como si desde hace mucho el crimen hubiera sentado sus reales, y los medios de comunicación fueran su gaceta informativa. Yo recuerdo que el vox populi decía que un capo había invertido grandes cantidades de dinero en periódicos locales; el periodista Carlos Ramírez denunció la cercanía de un dueño de periódico al narcotráfico y este no entra a la misma desde hace mucho tiempo.

En una ocasión le pregunté al director de una estación de televisión de El Paso, al otro lado del Río Bravo, la razón para abrir con una historia de crimen y él respondió que es lo que la gente quiere comprar, yo le respondí, si no era lo que él quería vender.

Esto es lo que hace la policía, nos muestra a los detenidos bajo un supuesto de culpabilidad, y hasta llegan al extremo insensato de hacer montajes, porque como dice García Luna, secretario de Seguridad Pública, los medios se los piden, y esto en parte es lo que tiene cerca de la libertad a una mujer acusada de secuestradora; si sale, le deberá la libertad al apetito de sangre, de circo que tienen los medios y a la complacencia de gobernantes sin escrúpulos, sin apego a la ley y la decencia.

Y no es que yo proponga ocultar la realidad, pero me parece que sería socialmente más sano abrir una nota por ejemplo, sobre los logros académicos de jóvenes de Juárez que normalmente califican muy bien en las olimpiadas académicas y enterrar el tema del crimen muy atrás y con muy poco apoyo de imágenes, ya sea verbales o visuales. No es que la sociedad este ávida de comprar sangre, sino que le han creado el hábito y los mercachifles en los medios se solazan con la descripción.

Esta larga reflexión viene al caso porque leo periódicos que con alegría esperan que ahora sí el debate presidencial esté lleno de ataques y menos de propuestas.

Me comenta un amigo en Estados Unidos que no hay propuestas en las campañas, pero le aclaro que sí hay, pero los medios de comunicación se preocupan menos de ellas y más de los ataques, es el mismo principio, ellos imaginan que los ciudadanos vemos a la política como si fuera una pelea de box o de lucha libre, y esperamos que los rudos suban una silla con la cual golpear a los adversarios y si les sale sangre mejor.

Los medios están menos interesados en “analizar” candidatos y mucho más en mostrar si saben atacar y si pueden defenderse.
Pero no hay que criticar a los medios, ellos son consistentes, igual como degradan la percepción de la convivencia, igual lo hacen con la política; pero los políticos cayeron en la trampa, se entrenan más en el arte de la guerra que en el de la retórica, no vaya a ser que en el baño de sangre queden llenos de la propia.

 

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