Suscribete
 
1079 13 Junio 2012

 

Recado para Mague y Felipe
Hugo L. del Río

Monterrey.- En Monterrey, la inseguridad hace rato dejó de ser un problema para convertirse en una crisis. Esta ciudad es una mezcla de película de Juan Orol, narración gótica de Ambrose Bierce y conversión a la vida real de La fiesta de las balas, de Martín Luis Guzmán.

Los sicarios sacrifican sin freno ni castigo a nuestra gente. Pero los pistoleros de las redes del narco no son los únicos delincuentes que tienen a los ateos con el Jesús en la boca.

Al regiomontano lo asaltan en los templos, en los restaurantes, en los bancos, en los autobuses y taxis, en las calles tanto del centro como de las colonias marginadas y, para acabar pronto, hasta en nuestras propias casas.

No es que uno sea mal pensado, pero cómo está eso de que el ladrón que robó en la iglesia de la Colonia Vidriera hizo sonar la alarma, llegó la gendarmería y luego de hacer acto de presencia se fue con buen o mal viento mientras el caco invertía dos de sus preciosas horas en llevarse todo lo que pudo.

Si Monterrey fuera realmente una ciudad y no un ranchote grande, este sospechoso comportamiento de los azules provocaría, al grito de ya, arraigo e investigación.

Pero, quesos de Oaxaca a la venta bajo los banderines del PAN, lo más probable es que asciendan a los patrulleros estos. Margarita Arellanes y Felipe Enríquez nos prometen poner fin a tanto desmadre.

Ojalá me equivoque, pero cuando los escucho hacer compromisos pienso que son palabras de políticos.

Y sí, lo que más nos importa es vivir en una sociedad respetuosa de la ley y el orden, como dicen los gringos.

Pero la espiral de actos ilícitos, con todo y ser lo más preocupante, no es el solo malestar que nos atosiga. Lo único que funciona bien en Monterrey es el Metro.

Tránsito y vialidad son un despapaye digno de la más tercermundista aldea africana, con todo respeto para los hermanos de aquel continente. El transporte urbano confirma que el ser humano se puede adaptar a vivir en el caos y el peligro. Nuestras banquetas las ocupan, casi manu militari, los puesteros y automovilistas desaprensivos.

¿Por qué los tránsitos, tan voraces, no hacen con ellos su agosto? Misterio impenetrable.

Ni Sodoma y Gomorra juntas, aunque hubieran sido cien veces más grandes, habrían  tenido tantos tables, casas de masajes por así llamarlas, antros y tabernas que funcionan las 24 horas del día.

Y la basura la tiramos con alegría al suelo sin que nadie la recoja: es que no hay donde depositarla. Y las anchas y profundas lagunas que se forman al caernos una méndiga llovizna de medio minuto. Y el ruido, que nos apendeja más de lo que ya estamos.

Hace nueve años que regresé a ésta, mi tierra, y me duele ver cómo la corrupción y la ineficacia dañan la calidad de vida del regiomontano.

Margarita, Felipe: uno de ustedes será mandamás en ésta una vez orgullosa metrópoli. No la jeringuen. Hagan bien la tarea. No les pido que le pongan clima artificial a Monterrey: sólo los invito a que nos ayuden a volver a creer que no todas las manzanas del barril están podridas.

Pie de página
Mis condolencias para los familiares de Raúl Garza de la Garza, fino amigo, excelente funcionario de Prensa en su tiempo; y de la profesora Josefa Fraustro, quien fue una de mis maestras en la inolvidable Secundaria Número Uno.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 


15diario.com