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1082 18 Junio 2012

 

¿Con cuántos puntos?
Samuel Schmidt

Los Ángeles, California.- Se hizo muy sospechoso que algunos medios de comunicación quisieran crear la imagen desde hace dos años que Enrique Peña sería el presidente de México y que esto se reflejara en las encuestas.

Más sospechoso era que no obstante haber un clima contrario al PRI y a su candidato, las encuestas no se modificaran sustancialmente. Este manipuleo propició protestas airadas en contra de Televisa que al parecer se benefició con grandes contratos para impulsar la imagen del entonces gobernador del Estado de México.

Yo hice una predicción temprana sugiriendo que las preferencias por el PRI se caerían mientras que subirían las del PAN y PRD, llegando a la elección casi a tercios. En efecto, los números del PRI se cayeron para luego, sospechosamente, estabilizarse alrededor de 45%; los datos del PAN subieron fuerte para luego empezar a bajar sin freno; mientras que los datos del PRD estaban estables.

Me decía un experto que los encuestadores estaban empujando a López Obrador al tercer lugar para desactivar el llamado al voto útil. La gente no votará PAN por el desastre al que han sumido al país en doce años; Josefina, más allá de sus fallas, errores y desatinos carga tras de sí 60 mil muertos, una corrupción abrumadora y la ruina económica del país. Solamente consideremos que bajo el PAN el país cayó del lugar 9 al 14 de la economía mundial.

Para las encuestadoras la campaña era una batalla por el segundo lugar, porque el primero no bajaría para nada y entonces tenían que convencer a los indecisos. Desactivar el voto útil le sirve al PRI.

Desafortunadamente para este la gente no olvida 70 años de autoritarismo y mucho menos las historias de colusión con intereses obscuros, en ese sentido la estrategia de Calderón funcionó: asoció a Peña con los peores intereses que hay en el país, solamente que se dieron cuenta que eso beneficiaba a López Obrador y al parecer les duele más entregarle el poder a la izquierda que a su némesis, el PRI.

En el campo perredista hay grupos intransigentes que no están dispuestos a tolerar una derrota más, lo que los lleva a la idea de que habrá fraude, luego entonces tomarán medidas activas y tal vez indeseadas si tal cosa sucede. López Obrador explicó que esas fuerzas fueron desactivadas en el 2006 con el plantón de Reforma; la pregunta entonces consiste en saber si acaso esos grupos se desbordan, quién será capaz de frenarlos y qué estrategia se tendrá que aplicar para desactivarlos.

En el supuesto que el PRI gane la elección, una explicación para evitar el conflicto poselectoral  puede ser el margen de victoria. Si el margen es muy elevado, como esperan algunos priistas, esto es, una diferencia de dos dígitos, será muy sospechosa y podrá disparar las protestas; una diferencia menor, como con la que supuestamente ganó Calderón, reforzará la suspicacia y también podrá disparar el conflicto. El problema, que no es menor, consiste en saber cuál es el margen aceptable y creíble.

La salida es relativamente sencilla. El IFE debe llamar a los físicos que detectaron las anomalías en el 2006 (Mochan y Romero especialmente) y permitirles analizar el PREP en base a los modelos matemáticos que utilizaron (resumen de los mismos en el libro de Jorge López, Fraude 2006). En el momento que haya dudas razonables sobre los resultados, apresurar el conteo de casilla por casilla y voto por voto, una dilación en el resultado final bien vale la tranquilidad del país.

El IFE debe dejar de lado el protagonismo de su consejero presidente y su urgencia de que haya resultados a las cuantas horas del cierre de casillas. No pasa nada si se declara que ante dudas serias se aplaza el resultado definitivo y el reconteo se hace con transparencia. Convendría invitar observadores de la ONU para el mismo.

El IFE ha mostrado su incompetencia y carece de credibilidad y un manejo adecuado le servirá para recuperar puntos y fortalecerá la credibilidad y legitimidad del próximo presidente y con esto a la democracia.

Si hay conflicto electoral, nos acercaremos a un escenario catastrófico indeseado. Dada la ineficacia de Calderón para lograr consensos y para pacificar a las partes, es posible que el conflicto se salga de los cauces razonables de la protesta y que las peores fuerzas se motiven para actuar. Aquí podrán confluir la guerrilla y el crimen organizado, que podrán ver terreno fértil para avanzar en el país y entonces, una turbulencia mayor puede activar a lo más recalcitrante de las fuerzas armadas, que reivindicarían el daño que les produjo la guerra de Calderón y el pésimo manejo que han tenido para los abusos de los derechos humanos.

Estamos en un laberinto cuya salida es muy complicada y en una de esas, la salida está tapiada.

 

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