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1102 16 Julio 2012

 

Y estalló
Samuel Schmidt

Los Ángeles, California.- En una de las muchas conversaciones pre electorales que tuve, una persona me dijo furiosa: P: ¿Cómo se atreve López Obrador a anunciar un fraude cuando no ha sucedido?

S: Lo que dijo es que había un operativo para comprar votos.

P: Todos los partidos compran votos.

S: La compra de votos es ilegal y es fraude.

P: En efecto es fraude.

S: Entonces estás de acuerdo con López Obrador. ¿Por qué es correcto que tú critiques el fraude y es incorrecto que él lo denuncie?

Me vio con cara de pocos amigos porque el silogismo demostró que la queja era la misma pero había que satanizar al candidato del Movimiento Progresista (todavía me cuesta trabajo decir que es de izquierda).

La cosa es que ahora se ha demostrado que en efecto ha habido manejos ilegales en la elección, aunque no falta quién se rehúsa a disculpar al PRI directamente, y para eso utilizan el argumento de que como todos compran votos entonces el mejor comprador se lleva la presa. Aceptación tácita de la tolerancia a las trampas en el sistema electoral.

En el pasado nos habían dado a conocer los mecanismos del fraude electoral, alguien listó los recursos para hacer trampa electoral, desde ratones locos hasta carruseles y para esta elección hasta publicaron extensamente lo que es un carrusel. El reto es descubrirlo el mismo día de la elección y rezar porque se aparezca un policía para dar fe policiaca. Alguien logró filmar una operación del PRI donde se están afinando los detalles de la compra de votos, ¿lo irá a tomar como prueba el Tribunal electoral? Claro que si cuentan los votos que están en las casillas no se podrá probar la compra, pero esa es una salida falsa, hay que seguir el rastro del dinero.

El hecho que nos den a conocer que un banco (Monex) y una cadena comercial (Soriana) están involucradas en la operación de “estímulo” de voto es gravísimo, porque muestra que los escrúpulos se hacen de lado a cambio de ganancias -presentes y futuras- pero más lo será si no se desarrolla una investigación detallada y profunda. 

¿Tendrán que entregarnos culpables para que aceptemos la veracidad de la investigación? Y si nos los entregan, ¿qué castigo nos dejará satisfechos? La compra de votos es delito y se castiga con cárcel: ¿irán a encarcelar a alguien? Y ¿si los encarcelan los derrotados aceptarán el resultado?

El manejo de decenas de millones de pesos debe tener una consecuencia fiscal, ¿acaso el Sistema de Administración Tributaria (SAT) actuará para buscar el origen del dinero? Recordemos que a Al Capone lo arruinó, no su historia de crimen sino su evasión de impuestos.

Si Felipe Calderón se dice molesto por la compra de votos y exige una investigación de la misma, que se acuerde que tanto la procuraduría como Hacienda dependen de él y por lo tanto, que se pare frente al espejo y se repita la frase sobre la necesidad –y obligación- de investigar sobre actos criminales.

Llevamos dos elecciones en la época de transición que se cuestionan por su falta de transparencia. Las comprobaciones del fraude de Calderón están publicadas por lo menos en dos libros, me pregunto entonces si un hombre que llegó gracias a un fraude se atreverá a investigar el fraude de su sucesor, a riesgo de que tarde o temprano alguien le restriegue en la cara que él hizo lo mismo. O si su motivación para arruinarle la fiesta a su enemigo histórico será poderosa como para motivarlo a actuar.

La democracia mexicana camina erráticamente. No terminamos de instalar un proceso limpio, honesto, transparente, que genere un resultado libre de culpa y que facilite la unificación de la nación generando un gobierno legítimo sin mancha. Seguimos instalados en la trampa y la mentira, que parecen maldiciones per secula seculorum.

En el proceso pos electoral encontramos marchas contra el fraude, gente protestando en tiendas de Soriana por su papel en el fraude, legisladores llamando a la insurrección, más lo que se acumule estos días. Agregue usted el deterioro a la imagen de la autoridad electoral, que no era muy limpia para empezar.

Es indudable que llegamos a una encrucijada. Si el tribunal le da la victoria al PRI tendremos protestas prolongadas y la posibilidad de un conflicto de gran magnitud, que este gobierno es incapaz de manejar razonablemente. En otro artículo manejamos la hipótesis de que eso lleve a un golpe de estado.

Si se cancela la elección, lo que es histórico, aunque esta posibilidad sería interesante podremos esperar una campaña sucia de una magnitud inesperada; el lado positivo es que en la práctica sería una suerte de segunda vuelta, aunque a la candidata del PAN posiblemente no la dejarían competir.

Moneda en el aire y manos ocultas para hacer trampa.

 

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