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1118 7 Agosto 2012

 

“Tierra llamando a Lunave”
Nora Elsa Valdez

Monterrey.- ¿Recuerda usted aquella película donde “Clavillazo” interpretaba un astronauta viajando a la Luna junto con su novia, Ana Luisa Peluffo, en una “Lunave”, siendo guiados desde la Tierra por Andrés Soler y su grupo de científicos?

El público sigue viendo y disfrutando, generación tras generación, las películas de los cómicos del cine mexicano de la época de oro. Aunque son en blanco y negro, parecen nunca pasar de moda, quizá por su sencillez, naturalidad y gran sentido del humor.

Este curioso y sencillo mensaje de: “Tierra llamando a Lunave”, producto del humor y la creatividad mexicana, quizá podría ser muy útil en estos momentos trascendentes, para acomodar algunas cosas de nuestra vida en su lugar, para que fluya.

Aunque el ser humano es una unidad completa, acostumbramos dividirlo en dos partes. Las del lado izquierdo y las del lado derecho, sean brazos, manos, hemisferios del cerebro, etcétera. En el caso del cerebro, los científicos atribuyen a cada hemisferio, tareas diferentes. Al parecer, si utilizáramos sólo un lado del cerebro, nuestro cuerpo difícilmente funcionaría tan bien como lo hace cuando utilizamos ambos lados.

Para que un hombre vaya a la Luna en una nave, necesita ser guiado desde la Tierra por un equipo de científicos expertos que manejan diversos controles y aparatos de medición. Digamos que para esa misión se necesitan las dos partes: los científicos en la Tierra, y el astronauta que irá en la nave.

Si el hombre de la nave perdiera la guía de los científicos de la Tierra, seguramente no podría llegar a la Luna y se perdería en el espacio. Necesita los cálculos y la voz de los científicos que le informan qué está sucediendo y lo que tiene qué hacer. Astronauta y científicos se necesitan mutuamente, aunque la vida del astronauta depende de los científicos.

La humanidad, en el transcurso del tiempo, ha privilegiado la labor racional, científica y objetiva del hemisferio izquierdo del cerebro, y ha desprestigiado, desacreditado, minimizado o nulificado, la labor del hemisferio derecho, como la intuición, la sensibilidad, la creatividad o la telepatía. Ambos lados son indispensables para que nuestro ser funcione a la perfección.

El hemisferio derecho es el que conoce nuestra vocación y misión en esta Tierra. Es el que nos conecta, como si fuera una antena, con la guía intuitiva que nos ayuda a descubrir y cumplir esa misión. Nos conecta con un equipo de sabios, que conocemos como Fuente, Poder Superior o Inteligencia Infinita, que le da sentido a nuestra vida en la Tierra. Sin esa guía todo se vuelve cuadrado y aburrido; nos sentimos perdidos.

El hemisferio izquierdo es el que aprende y almacena todas las instrucciones que se nos dan desde niños para sobrevivir en este mundo material, lleno de peligros. Es el que va aprendiendo a usar las diversas herramientas para defendernos en este mundo hostil y cuidar nuestra integridad.

Cuando desarrollamos ambos lados del cerebro para que trabajen juntos, funcionamos perfectamente en esta Tierra, en esta tercera dimensión. Pero no podemos funcionar bien con un solo hemisferio.

Si sólo usáramos el derecho, no sabríamos defendernos de los peligros para sobrevivir, pues viviríamos en un mundo irreal de sueños. Si usáramos sólo el izquierdo, nos convertiríamos en seres insensibles, duros como robots o zombies, al desconectarnos de los sentimientos que nos humanizan.

El lado izquierdo es como el astronauta en su nave. El lado derecho es como el grupo de científicos que lo guía para que cumpla su misión y regrese a salvo. El lado izquierdo es el ser humano; y el lado derecho es su conexión con la Inteligencia Infinita, es su antena, es su guía.

Si el hombre (mitad izquierda), niega la existencia de esa Inteligencia Infinita (mitad derecha), y se desconecta de su guía creyendo que no necesita a nadie para cumplir con su misión, será difícil que pueda llegar a su destino y quizá se pierda.

Sería como si el astronauta al llegar a la Luna, cegado por “su triunfo” de haber llegado a la Luna, decidiera que ya no necesita a los científicos y se desconectara de ellos; ¿cómo haría para regresar a casa nuevamente? Al desconectarse ya no podría escuchar a los científicos diciendo: “Tierra llamando a Lunave”, para guiarlo de regreso.

Esto es lo que ha pasado con una gran parte de la humanidad: ha creído la mentira de que el hombre no necesita ningún Poder Superior, porque se cree autosuficiente y todopoderoso. En su locura ha desconectado su voz interior, la guía que proviene de una Inteligencia Superior, y ha preferido negar su existencia para hacer su voluntad y apoderarse sin ningún respeto de las riquezas y maravillas de la Tierra, o destruirlas, aunque él no las haya creado, ni sepa cómo fueron creadas.

Esa humanidad inconsciente, por haberse llenado de ambición y soberbia se olvidó, como el astronauta, de que tenía una misión que cumplir y que se ha quedado a la mitad. Apagó el interruptor de la comunicación y dejó de escuchar las instrucciones, para no tener que regresar. Pero en su locura y su ceguera, no ve que morirá si no regresa.

Sabremos que hemos estado ciegos y que nos quedamos a la mitad de nuestro viaje, si la vida no nos funciona y se ha convertido en un gran sufrimiento. Esto significará que nos hemos perdido. Que, como el astronauta, hemos apagado el interruptor y nos hemos olvidado de los científicos.

Si despertamos y deseamos regresar a casa, volver a conectarnos es muy fácil. Sólo hay que recordar que una Inteligencia Infinita nos envió aquí y está esperando por nosotros. Y que somos nosotros los que la necesitamos, pues nos quedamos a la mitad del camino. Luego, haciendo a un lado la soberbia que nos volvió ciegos al creernos autosuficientes y  todopoderosos, encendemos de nuevo el interruptor para conectarnos y gritamos: “¡Necesito ayuda!”

De inmediato, si ponemos atención, escucharemos una voz interior que nos dará las instrucciones para terminar nuestro viaje. Por fin llegará a nosotros la guía, la paz, la claridad, la sabiduría y la alegría de saber que seremos guiados de regreso a Casa.

Están llegando los últimos mensajes: “Tierra llamando a Lunave…”

¿Los escuchas?

Se está acabando el tiempo...

 

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