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1169 17 Octubre 2012

 

Sobre la apertura de Pemex
José Luis Apodaca

Monterrey.- De acuerdo con los informes financieros de Pemex, entre los años 2001 y 2012 la paraestatal ha gastado 206 miles de millones de dólares (MMD) en proyectos de inversión para explotar petróleo, que son ejecutados por empresas privadas en su mayor parte extranjeras.

Estos contratos de inversión, han dejado poca utilidad a nuestro país, porque no se administraron óptimamente los proyectos más rentables, excesivos costos de financiamiento, y la participación de empresas mexicanas resultó marginal.

Para maximizar las transferencias de Pemex a la Secretaría de Hacienda (687 MMD en ese mismo período) se financiaron proyectos por 145 MMD, con el desafortunado esquema pidiregas, por un plazo de 25 años y a una tasa de interés anual mayor del 10%. Se desperdició una época de bajas tasas de interés mundial en créditos internacionales, que pudo haber contratado directamente Pemex o el gobierno federal.

También en estos 12 años Pemex ha operado una virtual maquila de petrolíferos, ya que exporta crudo y compra gasolinas a las refinerías estadounidenses, habiendo erogado 34 MMD por costo de refinación. Esta cantidad sería suficiente para pagar 3 refinerías de alta tecnología, obtener ganancias importantes, además de haber estimulado el empleo y la economía interna.

Pemex ha invertido más de 6 MMD en la región de Chicontepec y en Aguas profundas, en proyectos que la misma Comisión Nacional de Hidrocarburos clasifica como de muy baja rentabilidad y muy alta incertidumbre. Los únicos beneficiados han sido los consorcios extranjeros que participan en esos contratos, y se han retrasado proyectos de extracción ya documentados con muy alta rentabilidad.

No menos importante es la participación accionaria de Pemex en Repsol, por 2 miles de millones de dólares (acciones que se devaluaron por la expropiación argentina), y la compra de hoteles flotantes y plataformas a empresas españolas por mil millones de dólares, para estimular el empleo en aquel país.
Pemex Internacional se ha manejado sin la más elemental regulación por parte del Congreso.

Con estos antecedentes, cabe preguntarse: ¿para qué se requiere mayor apertura a la participación privada? Se pretende acaso transferirles a las empresas privadas a título gratuito y de manera legal la riqueza petrolera nacional. Dejarían de existir los recursos fiscales que ahora aporta Pemex, y por otra parte la Secretaría de Hacienda se resiste a cobrar impuestos a los grandes monopolios privados nacionales y extranjeros. ¿Qué futuro le esperaría a la ya de por sí crítica situación de la economía nacional?

Las reservas probadas de petróleo en México son de 14 miles de millones de barriles, y representan una renta futura de un millón de millones de dólares, que son patrimonio de todos los mexicanos. Estas reservas están ubicadas en su mayor parte en aguas someras del mar territorial mexicano, presentan costos de explotación bastante bajos, y por tanto son botín codiciado de las empresas trasnacionales, a quienes se trata de favorecer aún más con la pretendida nueva reforma energética.

Los últimos gobiernos federales neoliberales han demostrado que su principal vocación ha sido avanzar en la privatización de la industria petrolera, y con ello han propiciado transferencia de la renta nacional a empresas extranjeras, un mayor paternalismo sindical que impide el aprovechamiento de 140,000 trabajadores, y generalización del cohecho en funcionarios de alto nivel. La reforma energética del 2008 ha permitido mayor acceso de las trasnacionales en la explotación de los hidrocarburos y han incrementado su grado de apropiación de la renta petrolera. Todo parece indicar que a la mayoría de los legisladores del nuevo Congreso y al recién Presidente electo, les parece corta esta política entreguista.

Es nuestra última oportunidad de que todos los mexicanos, independientemente de cada orientación ideológica, nos involucremos para asegurar el manejo eficaz de los recursos petroleros de nuestro país, para beneficio de todos.

Digamos no a la reforma energética de Enrique Peña Nieto.

Ingeniero Mecánico Electricista egresado de la UANL y con Maestría en Administración para la Calidad de la UDEM. Jubilado como Gerente General Divisional de Comisión Federal de Electricidad después de laborar 32 años en diferentes áreas de esta empresa. En los últimos años ha sido maestro universitario, asesor en el Congreso y Cámaras de Industria, microempresario y consultor en las áreas de calidad y ahorro de energía, y analista en aspectos nacionales de energéticos. Es miembro fundador del Observatorio Ciudadano de la Energía, A.C., y de la Fundación SESGO y no pertenece a ningún partido político.

 

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