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1173 23 Octubre 2012

 

CRÓNICAS PERDIDAS
Kilometraje aceptable
Gerson Gómez

Monterrey.- Regresé a media tarde a casa. Apestaba a sudor agrio de talachero del ingenio. Para que me entiendas, a vendedor callejero de fritangas, a la salida del mercado Juárez en Monterrey. Al hollín de los escapes del transporte.

Con la intención de darme una ducha, después de la intensa sesión con mi nueva administradora plenipotenciaria y encargada de los tratos diversos.

Encontré a mi chica sentada en la sala con un hombre de bigote espeso y calva profunda, nariz aguileña y seño fruncido.

Es mi padre, me dijo.

Se puso en pie. Nos dimos la mano fuertemente. Saludo apretado, bien ceñido, si el acto social hubiera sido licor, seguramente sería mezcal de la sierra, de manzana o pera.

Algún asunto serio se quedó a medias. Supongo. De ponerse al día, o contarle de la grave desmejorada de salud de su madre, al enterase que su hija vive acivilada con un hombre, sin ser su marido.

Y ese hombre en pocas semanas se ha hecho de un nombre. Escalado socialmente. Convertido en gurú de las comunicaciones y de los negocios prósperos.

Pero las hijas no se emancipan. Ni se salen de la casa para irse a vivir a su manera. No. Debe pedirse permiso para iniciar noviazgo. Ver si madura el noviazgo, unos tres años, conocer a los padres del pretenso, entablar pláticas a futuro.

Ver si la nueva familia política es de buenas maneras.

Recibirles a la hora de pedir la mano. Destapar la champaña. No se pierde una hija sino se gana un hijo.

Yo pongo la fiesta. Tú pones lo demás. Consíganse padrinos. Vístanse de blanco. Maten una vaca, el puerco, algunos lechones, guajolotes y hagan chicharrón de borrego.

Cosa de no tomar en cuenta. Nos valió madre.

Virgen no la conocí. Venía bastante estrenadita, kilometraje aceptable, para no ser considerada disipada.

Tampoco yo lo era. Y eso no acarrea conflicto. Total. Somos adultos para saber si le damos las nalgas, por placer, por gusto o por obligación. Los bienavenidos, los practicantes, nada de comerse el gansito antes del recreo. Y en eso estábamos.

Algunas parejas, desde la primera semana, duermen en habitaciones separadas.

¿Cómo le va a usted?, preguntó, le he escuchado en su programa de radio. Muy agradecido. Nos debemos completamente a la comunidad. Sin ustedes, quienes nos alimentan con sus comentarios y responden a las convocatorias, el progreso no habría llegado.

Me miró con la misma desconfianza permanente a un político en campaña. Lleno de promesas y demagogia. Ustedes ingenuos voten por mí. Les bajo la luna y las estrellas. Luego se hace ojo de hormiga y los despojan.

Eso es el progreso social del mexicano.

Vine a invitar a mi hija a acompañarnos, como familia, a la presentación de su hermano. Es B. Boy. Le gusta el hip hop. Vera usted, mi hija y sus hermanas y su hermano, vinieron a la vida en California. Cuando nos fuimos a probar suerte. Y nos fue bien.

La vida me premió con cuatro hermosas hembras y un varoncito, el menor.

Ese es el chamaco, con ese gusto de la música. Hoy se va a presentar en un lugar llamado el London.

El antro es lo equivalente al casino. Un sitio bastante aceptable. Con decoración lounge, de sillones bonsái y bebidas sofisticadas. La mayoría sigue prefiriendo la cerveza, los entiendo, por barata y efervescente. Liberador de prejuicios. A mí me atrae más el alcohol rasposo. Madreador

Ahí estaremos, le dije.

Si me disculpan, voy a darme una ducha.

Tanto gusto en conocerle. Aquí tiene su casa. Muchas gracias por escucharnos. Viniendo de usted, de depositar la confianza en un servidor.

Se remojó los bigotes. Se pasó la lengua por los extremos.

Ahí le encargo mucho a mi hija, joven. A mi señora y a mí no nos gustó cuando se salió a vivir de casa. Pero fue su decisión.

Sólo sepa que no está sola. Tiene aún quién la proteja. Los esperamos.

Entré a la habitación por la toalla. Mi chica lo despedía desde la banqueta. Al meterme debajo del agua, escuché el rugido del encendido, del motor de la camioneta.

Mis calzones huelen al sexo de la romie de mi chica, mi abogada, defensora de intereses en este sitio perdido, lejano de la mano de Dios, y tan próximo a la estación de radio en amplitud modulada.

 

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