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1228 9 Enero 2013

 

Apuntes sobre El Activista, III
Raúl Caballero García

Dallas.- Para edificar el futuro es menester conocer el pasado, suelen decir los historiadores. En la actualidad la población inmigrante en los Estados Unidos se ha latinizado, los latinos es la minoría más grande del país, y en ese marco ya no se puede hablar de los segmentos que la caracterizaban en el pasado, es decir, los cubanos en Florida, los puertorriqueños en Nueva York y los mexicanos en Chicago y los estados del suroeste. Al paso de los años se ha dado, primero, la dispersión de los mexicoamericanos a través de las labores agrícolas de los trabajadores migrantes por todo el territorio estadunidense, puesto que eran generaciones que viajaban desde los estados del suroeste a las distintas regiones del país donde se requería su mano de obra en los campos agrícolas; esos migrantes solían volver a sus lugares de origen hasta que comenzaron a quedarse en los sitios donde se les requería por temporadas, encontrando otras labores el resto del año; luego fueron llegando las nuevas olas de mexicanos y latinoamericanos que, con un sostenido flujo migratorio, han terminado por inundar esas regiones.

Últimamente las políticas antiinmigrantes, principalmente contra los mexicanos, en algunas ciudades de esas zonas han impulsado a muchos latinos a desplazarse a otras ciudades en las que su presencia comienza a figurar en los perfiles poblacionales con un marcado crecimiento. Se ha consolidado su presencia, pese a quienes en los Estados Unidos no los quieren; su trabajo es invaluable en el desarrollo de este país, pese a que se mantiene una resistencia a su reconocimiento; su organización política o acaso deba decir su disposición a una organización política quedó de manifiesto en las multitudinarias marchas en las calles de Chicago, Los Ángeles, Dallas y otras ciudades que se dieron entre marzo y mayo del 2006 en respuesta —virtualmente espontánea— a una ley antiinmigrante propuesta por un legislador republicano ultraconservador llamado James Sensenbrenner, con la que se criminalizaba a los trabajadores inmigrantes indocumentados, entre otras medidas en su contra. Esas grandes marchas —nutridas, cada una de las tres mayores, por más de medio millón de personas— también dejaron de manifiesto que la comunidad latina en los Estados Unidos no cuenta con un líder nacional y, aunque ha sido un hecho poco comentado, sorprendieron a un anquilosado liderazgo latino disperso en las susodichas instituciones y organizaciones de defensa de los inmigrantes, que han llegado a parecer perdidas en los vericuetos de la burocracia que les permite su supervivencia basada en subsidios federales y privados.

Esa nutrida y ansiosa comunidad requiere asirse a barandales históricos, tales como los logros de sus antecesores en la historia de las luchas de minorías en los Estados Unidos; requieren saber de los personajes que hicieron posibles esos logros —y creo que con este proyecto editorial arrojo luz en estos sentidos—, requieren asimismo tener el conocimiento de que cuentan con un referente de identidad en las entrañas estadunidenses, de que cuentan con cimientos culturales enraizados de toda la vida y, en suma, con necesidades compartidas con otras generaciones, aspectos con frecuencia ignorados.

Hoy pues es menester hacer un repaso del desarrollo de esos acontecimientos a partir de un acercamiento minucioso, repito, de la vida y acciones de este protagonista al que le tocó vivir el momento del gran cambio, el momento histórico en que tiene lugar, se desarrolla y prospera el llamado Movimiento Chicano. Un repaso en el que no sólo enfocamos los ángulos políticos sino también se señalan sus repercusiones culturales tanto en las bellas artes como en el interesantísimo aspecto lingüístico y bicultural.

Quiero insistir en que se trata de un proyecto inédito en lo que al aspecto biográfico de Gutiérrez se refiere, y en cuanto a la cobertura histórica del Movimiento Chicano también guarda la originalidad de que éste se ha difundido escasamente fuera de cubículos académicos, por lo que al abordarlo —en este momento que me parece oportuno para exponerlo mediante una visión un tanto panorámica— esperaría provocar una revisión más detenida. Si bien Gutiérrez ha escrito varios textos sobre su propia experiencia, nadie lo ha hecho desde otra perspectiva; en este trabajo expongo la biografía de José Ángel Gutiérrez desde su pasado inmediato, su infancia en su ciudad natal, su formación, hasta la actualidad, todo enmarcado en el contexto histórico-social de su vida.

El libro abarca, pues, lo arriba mencionado y con el propio relato biográfico de Gutiérrez se hace un repaso de los grandes acontecimientos de la época, se reseñan los sucesos históricos en el marco de sus pasos personales, sus actividades políticas y vitales, su formación, su temperamento, sus luchas interiores. Sus experiencias se explican —a la par de los acontecimientos— desde su entorno social. Enfoco el contexto histórico que lo nutrió, que lo educó y lo golpeó. Durante esos agitados años es cuando la realidad de la colectividad mexicoamericana —un periodo de asimilación cultural que se daba por inercia, luego de mucho cansancio, dolor y miedo— se revirtió en su beneficio y, en buena medida, eso ocurrió gracias a la labor de concientización y organización política a la que hombres como Gutiérrez se consagraron.

Es pues este un proyecto que busca educar y propiciar la comprensión del Movimiento Chicano y, al mismo tiempo, ante el desconocimiento de la vida y acciones de José Ángel Gutiérrez, ofrecer una merecida atención tanto al individuo como a la finalidad de su causa, es decir, el respeto, la justicia y el reconocimiento de la comunidad mexicoamericana en los Estados Unidos. Un tema que vuelve a estar en boga pues la importancia y la fuerza de la comunidad latina en los Estados Unidos —mexicana en su gran mayoría— ya no la ignora ni la detiene nada ni nadie.

El autor nos remite a la aparición de El Activista. Vida e insubordinaciones de José Ángel Gutiérrez, líder emblemático del movimiento chicano en los Estados Unidos. Editado por La Quincena, en coedición con la Uanl, Monterrey, 2012.

 

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