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1228 9 Enero 2013

 

MALDITOS HIPSTERS
La sabiduría del Gamborimbo
Luis Valdez

Monterrey.- El Santos es ya un clásico de la malaventura, el humor escatológico y el albur mexicano. El Santos y su archienemigo Peyote Asesino, buscando los favores cachondosexuales de la Tetona Mendoza. El Santos y su enamorado platónico, el Cabo, ahora en cine.

No es la primera vez que un ícono de la mexicanidad (es decir de la prole) toma presencia en la pantalla grande. Incluso unos se han hecho en los cines, como el Huracán Ramírez; mientras que otros han saltado a la internacionalización: el cine de Santo El Enmascarado de Plata, en Francia. Kalimán y Chanoc son nuestros superhéroes de cómic semanal, cine y radionovela. Primos del Llanero Solitario en plenos tiempos del cine de Serie B, simplemente pasaron por aquí.

¿Cuál es el secreto del Santos? ¿Una relación gay entre sus dibujantes? ¿Docenas de churros de mota? ¿Zombies, peyotes y teiboleras? El secreto que más se vislumbra es la falta de respeto hacia todo. ¿Qué es lo único que se respeta en una tira del Santos? No a la policía, no a los políticos, no a quienes aparecen en la TV, no a los escritores ni a los luchadores, no a los que ven la televisión y se convierten en zombies, no a la Tetona ni a sus amigas que son fresas o tienen orejas de ratón. Además que todas las mujeres son ponedoras. También todos son bien ponedores, excepto los zombies (a lo
mejor ya ni pizarrín tienen).

El detallazo de la historia es la aparición del Gamborimbo. El personaje más sabio del Santos Universe, Gurú Castanedense que ha salido de entre la oscuridad para iluminar con su buena onda a quienes
tienen vidas complicadas y asuntos del corazón.

Resulta obvio que la película El Santos contra la Tetona  Mendoza NO ES PARA ADULTOS.  No está de más recalcar esto, en un país donde el criterio es “si son dibujitos, puedo llevar a mis niños”. Las cosas
han cambiado y en el fantástico mundo del Santos, las tetas al descubierto (más que en Southpark, American Dad y los Simpsons) se tambalean de un extremo a otro de una pantalla gigante.

Sólo hay un detallito: las tetas que aparecen, están grandotas pero no suelen estar bonitas. Son deformes y con pelos. Grotescas como el lenguaje de la Tetona Mendoza, que además ha de ser bien cochinona al momento del revolcón.

 

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