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1230 11 Enero 2013

 

HORIZONTE CIUDADANO
Saltillo en vilo
Rosa Esther Beltrán Enríquez

Saltillo.- Los supersticiosos creen que el 13 es un número de mala suerte; entre los españoles y latinoamericanos es tanto el arraigo que tiene esta creencia que en muchos hoteles, en las habitaciones y en los asientos de aviones se evita usar este número, de manera que estos dígitos son un fetiche; las connotaciones negativas atribuidas al martes 13 provocan en algunos una auténtica fobia.

Bueno, algunos saltillenses piensan que en Coahuila predomina la mala suerte para los ciudadanos comunes y que este año podrían incrementarse los hechos negativos que provienen de las decisiones tomadas por los políticos; en lo particular, pienso que no es el azar el que determina que en esta entidad estemos condenados a sufrir 30 años de pagos injustos de una deuda descomunal producto del saqueo, la rapiña y la inmoralidad de funcionarios y bancos que ahora, los primeros han huido de aquí y disfrutan impunemente de esos recursos robados de las arcas públicas con la complicidad de los mismos que están en el gobierno.

En 2009, el Auditor Superior del Estado informó que los 38 municipios de Coahuila estaban prácticamente en quiebra y que éstos debían más de 542 millones de pesos; tan sólo Pablo González, había dejado en Monclova un adeudo de 56 millones y brincó a ser diputado local.

Disculpe la digresión, pero me parece necesario mostrar que lo que ocurre localmente responde en buena medida a una historia de descuido, de desatención ciudadana, de falta de exigencia de rendición de cuentas, de dejar hacer, dejar pasar y hasta de una actitud medrosa que alimenta la voracidad sin freno de los políticos locales amparados por la opacidad institucional.

Por si esto fuera poco, ahora los saltillenses enfrentamos a un alcalde arrogante que haciendo a un lado su incompetencia, se atreve a increpar y amonestar a los usuarios del transporte público, rémora que ha retrasado una movilidad sustentable para la calidad de la vida urbana.

Abramo ofreció en el Plan Municipal de Desarrollo 2010-2013: “Se pondrá en marcha un nuevo sistema de transporte público que disminuya la congestión e inseguridad de la estructura vial y mejore la competitividad y la calidad de vida de los habitantes del municipio”.
Para ello presentó ahí las siguientes líneas de Acción: Instrumentar el Proyecto de Reestructuración del Transporte Público. Promover la creación de un sistema empresarial de concesionarios. Adecuar el volumen del parque vehicular del trans­porte público a las necesidades del municipio. Establecer el sistema de transporte multinodal de la zona metropolitana de Saltillo. Adoptar tecnologías avanzadas para la operación del transporte público, como el sistema de prepago, que agiliza el acceso de los usuarios y favorece un mejor manejo de los ingresos. Realizar campañas sistemáticas para regularizar las concesiones, tenencias y placas. Crear el área de capacitación municipal de conduc­tores de transporte público, financiado con las aporta­ciones de los concesionarios.

¿Cuáles ha cumplido el edil? Acaso las dos últimas y eso medianamente. Vea usted cómo derrapó la adopción de las tecnologías avanzadas de prepago; ahora lanza bravata a los concesionarios con un ultimátum, presume de que la autoridad gana siempre, pues hasta ahora, históricamente los concesionarios han derrotado a todos los alcaldes de Saltillo, tricolores y albiazules.

Dice Jericó que tiene la sartén por el mango; pues pasaron tres largos años y los saltillenses no vimos que al menos en este ámbito ejerciera ese poder que ahora presume; si está facultado para licitar las rutas troncales y las concesiones del servicio colectivo, ¿por qué no ha procedido?

Asegura el alcalde que el Ayuntamiento contará con un espejo informático para supervisar en tiempo real al Saltibús. Es curioso que, conociendo a los concesionarios y sabiendo su juego, esa supervisión no se previera anticipadamente.

También se jacta Abramo de que está haciendo la chamba a la que ningún alcalde le había querido entrar. Conocimos la historia de alcaldes que lo intentaron, pero fueron doblegados por el poder corporativo de los concesionarios que “colaboran” con el PRI en todas las elecciones, y esta colaboración no es gratuita, ¿o sí?

El tortuguismo en la entrega de tarjetas de prepago es impresionante y da la impresión de que las metas del alcalde podrían ser sometidas a una “conveniente” flexibilidad, hay que ser razonables.

Ojalá Jericó reflexione en lo injusto del aumento de la tarifa a $8.50, como medida para imponer la tarjeta. Ya hay muchos usuarios que no la pueden adquirir por falta de recursos y tampoco los tienen para estar recargando, más allá del costo diario que deben pagar por su movilización.

El alcalde no se muestra como un servidor público, su discurso es despótico, sería conveniente que le bajara a su arrogancia.

rosaesther80@gmail.com

 

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