Suscribete
 
1237 22 Enero 2013

 

Santa Chabela
Tomás Corona

A los hombres se les enseña a pedir perdón por sus fallos;
a las mujeres, por sus éxitos.
Lois Wyse

Monterrey.- Santa Chabela fue mostrada en la televisión local como una heroína, como un ícono de la mujer contemporánea que lucha en el día a día para sobrevivir en un mundo hostil, adverso y lleno de injuria; como una mujer que ama la vida y sonríe agradecida con dios por el sólo latir de su corazón.

El anodino reportaje deja entrever que esta beata mujer enciende veladoras y reza para curar los males del mundo. Aparentemente es una chica feliz, regordeta y carismática pero, ¿qué hay detrás de su espejo?

Por principio de cuentas Santa Chabela es una indigente que obviamente vive y duerme en la calle, cobijándose con periódicos y cartones viejos. ¿Es eso tener una vida feliz? No dijeron cómo se alimenta, es de suponerse que con mendrugos miserables que le arrojan los transeúntes. Es una mujer sola. ¿Qué oscuros motivos la condujeron a esa vida pauperizada y solitaria? Ese importante dato no se mencionó en el reportaje. Pero no importa, ella sonreía a la cámara mientras mostraba su lindo hábitat de animal callejero.

¿Nunca tuvo una casa?, ¿un marido?, ¿una madre?, ¿una familia que la salvaguardara de su tristísima vida presente?; ¿cuáles son los motivos o razones que obligan a una mujer a vivir en aquellas degradantes condiciones? Los héroes y las heroínas de la calle abundan mientras que las instituciones de beneficencia y sus respectivas encopetadas se dan golpes de pecho aduciendo que ya compusieron el pavoroso mundo de este tipo de doncellas ultrajadas hasta en sus derechos humanos más elementales.

Pero Santa Chabela reza y a través de sus rezos limpia el honor de las almas caritativas que poco hacen por ella y sus lágrimas, que seguro las vierte por la noche cuando nadie la ve, lavan las culpas de una sociedad que irremisiblemente la condena a vivir como rata, mientras que la llama de sus veladoras alimenta un hálito de esperanza de que algún día se transformará su vida y vivirá dignamente, gracias al amor cada vez más exiguo de los prójimos que indolentes atraviesan a su vera. Pero eso nunca sucederá.

A fin de cuentas Santa Chabela parece feliz, o al menos eso refleja la satisfacción de su rostro ante las cámaras, y fue ella quien eligió esa ignominiosa forma de vida.

Nuestro sistema social es así, castrante y discriminador y regularmente le toca al sexo femenino cargar con la peor parte, la más aguantadora, la más sumisa, la que tiene que abrir las piernas aunque su mentecato marido venga beodo, la que debe hacer rendir el dinero que no hay, la que atiende a los hijos, la todóloga, que carga con el peso milenario de ser una simple mujer. Mientras tanto, mujeres vejadas, golpeadas, violadas, explotadas, escarnecidas, vituperadas, son el pan de cada día en nuestra pujante y violenta ciudad industrial.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 


15diario.com