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1242 29 Enero 2013

 

Alcanzar la sabiduría
Nora Elsa Valdez

Monterrey.- Una mujer en un país lejano, deseando alcanzar la sabiduría, fue ante un anciano iluminado para pedir su guía y le preguntó si podría ayudarla para llegar a ser sabia como él.

El anciano aceptó y la condujo a un lugar lleno de libros que contenían todos los descubrimientos que la humanidad había hecho hasta ese momento. Le dijo que allí se quedaría hasta que aprendiera todo lo que necesitaba saber.

Al día siguiente, el anciano regresó para preguntarle: mujer, ¿ya eres sabia? La mujer le contestó que no, pues era demasiada la información que contenían esos libros y pensó que tardaría mucho para terminar de leerlos. Para su sorpresa, el sabio le dio un garrotazo en la cabeza y le dijo: “entonces aquí te quedarás hasta que seas sabia”, y se fue.

Cada día el anciano regresaba con la misma pregunta: mujer, ¿ya eres sabia? Y la mujer volvía a contestarle que no, por lo que el anciano volvía a golpearla en la cabeza y a repetirle: “aquí te quedarás hasta que seas sabia” y volvía a marcharse, dejando a la mujer enojada y frustrada.

Hasta que un día, cansada la mujer del infame castigo, cuando el anciano iba a propinarle el garrotazo, ella levantó su mano y detuvo el garrote para no ser golpeada. Entonces el anciano sabio le contestó: “mujer, esto es todo lo que necesitas saber. Ya eres sabia y puedes irte.”

Nuestra sociedad e instituciones se han infestado de una plaga de maleantes, como cuando nuestra casa se infesta de cucarachas que se esconden en cajas, agujeros y rincones oscuros.

Y nosotros, buscando sabiduría para resolver el problema hemos leído libros; creado, modificado y discutido leyes; participado en reuniones, congresos y mesas de diálogo; estudiado carreras, maestrías y doctorados; tramitado amparos; participado en marchas y plantones; y nos hemos enojado y quejado, o les hemos rogado y suplicado a las cucarachas que se vayan. Pero nada ha servido, como el cuarto lleno de libros de la mujer. Las cucarachas siguen allí.
Si aplicamos la moraleja de esta historia para las cucarachas, ¿no será más sabio y más sencillo abrir puertas y ventanas para que entre la luz a todos los rincones, conseguir una escoba, agua, jabón e insecticida, sacar las cajas infestadas a la basura o quemarlas, y tapar los agujeros, para que no regresen?

¿Alcanzaremos la sabiduría, como la mujer, o seguiremos soportando los garrotazos de cada día?

 

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