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1263 27 Febrero 2013

 

Ombudswoman Nuevo León
Hugo L. del Río

Monterrey.- Nadie podrá acusar de impaciente a la abogada Minerva Martínez Garza, quien puntualmente cobra su nada austero sueldo como si en verdad defendiera los derechos humanos de los nuevoleoneses. Tampoco es doña Minerva políticamente incorrecta: emite sus recomendaciones después que papá gobierno por medio de cualquiera de su millón y medio de dependencias, “agota” la “investigación” de lo que haya sido.

Hasta hace unos días, la ombudswoman de Nuevo León (bueno, es un decir), dio a conocer sus tibias, inofensivas encomiendas sobre la tragedia del Royale. El holocausto nos tiene en luto desde hace más de año y medio, pero ese no es problema de la abogada Martínez Garza: su tarea consiste en estar pendiente de las órdenes que le gire nuestro pequeño gobernador.

No le correspondía a Margarita Arellanes presentar las disculpas del Ayuntamiento a los deudos de las 54 víctimas (dos bebés nonatos y 52 adultos). La güera, como dicen los italianos, se comió el sapo. ¿Y Medinita, Larrazabal, los casineros, los de Protección Civil? En lo suyo, claro. ¿A ellos qué les importa el dolor de los nuevoleoneses?

Estarán escondidos –Híjole Gordillo, qué joda te acomodaron; todo sea para ganar un diez en los medios–, en un descuido, comerán quesos de Larrazabal pagados por Cardona, el rey de los desplumaderos. Y de qué carajos sirve que a estas alturas pidan perdón Arellanes o el Preste Juan, si la “justicia” sólo culpó a una docena de analfabetos muertos de hambre.

Que el monumento o estela –en castellano memorial significa documento– lo paguen los ausentes. Les sale barato. Más caro es ir a prisión. Pero estamos en México y tanto la vida humana como los fallos de los jueces tienen precios de oferta.

Pie de página
Adiós, bella Carmen. O, mejor dicho, te veré pronto, hermosa Muñeca Sánchez, como te decían en la radio de tu Cuba, nuestra Cuba, donde iniciaste la carrera actoral a los siete años. Hiciste tantas cosas en cine, teatro y medios electrónicos, que necesitaría la mitad de los tomos de la enciclopedia Espasa Calpe para mal redactar la crónica de tu vida, porque para ti actuar fue vivir.

Escribiste obra teatral, fuiste la inolvidable hermana de Pepe el Toro y mamá soltera de Chachita y, entre tantas otras cosas, desempeñaste un glorioso papel en El Gesticulador. Tu encanto despertó en nosotros un raro fenómeno: la generosidad y el reconocimiento.

Lleva y llevará  tu nombre el antiguo Teatro Tepeyac, allá en esa maravillosa y terrible metrópoli ante la cual nadie puede ser indiferente.

Adiós, amiga con quien nunca crucé palabra. De haber nacido hombre diría que caíste con las botas puestas. Dios, en su alegría, te hizo mujer y actriz. Profesional como pocas, esperaste a que cayera el telón para irte. Dorian Gray nunca te olvidará. Tampoco te olvidará este aporreador de teclas, que en esa pieza y en tantas representaciones te aplaudió.

 

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