Suscribete
 
1268 6 Marzo 2013

 

Letras sobre Monterrey
Eligio Coronado

Monterrey.- Una ciudad admite tantas lecturas como personas la conozcan y tantos sentimientos como experiencias haya tenido cada quién en su trato con ella, y tantos textos como la cultura de quienes la describen.

Cuentos, poemas, ensayos, artículos, crónicas, memorias y fragmentos de novela, etcétera, todo se vale en este tipo de manifestaciones. Y todo eso lo encontramos en el número de colección que la revista Papeles de la Mancuspia ha dedicado  a nuestra ciudad (Monterrey), preparado por Fernando J. Elizondo Garza (Monterrey, N.L., 1954) y María de Jesús Rodríguez Flores.

Para algunos, Monterrey es origen del canto: “Monterrey, tierra de ensueños, quien pudiera / escribir tu limpio nombre junto al sol” (Francisco Herrera González: Monterrey, p. 1). “¡Monterrey, Monterrey!... / Hay semilla en tu surco, humo en tus chimeneas; / el martillo, en tu yunque, golpea sin cesar” (David Alberto Cossío: La epopeya de Monterrey, p. 4). “Monterrey es la planta libre y fuerte / que contra el infortunio se abroquela; / (…) no se doblega nunca ni marchita” (Nemesio García Naranjo: Mi madre, mi señora, mi maestra, p. 3).

Para otros es lugar de residencia: “Los que vivimos en Monterrey no terminamos nunca de admirarla” (Juan Manuel Carreño: El secreto de Anna Foster, p. 1). “Esta ciudad la he compartido con vándalos y rufianes de la ley, con ratas y mendigos agazapados en el quicio de las casonas viejas” (Guillermo Berrones: Monterrey, p. 4). “No concibo vivir fuera de Monterrey y quiero que mis cenizas descansen bajo algún risco del Cerro de la Silla” (Leticia Damm: Hago constar que…, p. 3).

Pero también hay desencanto y odio hacia esta ciudad que nos ha dado tanto: “creo (…) en la muerte a puñaladas en Sierra Ventana, la Independencia, Fomerrey 45, la Campana y la Coyotera” (Luis Valdez: Credo para no creer en la ciudad, p. 4). “Conforme avanzaba, la ciudad seguía replicándose, siempre la misma, chata, fea, fenicia” (Hugo Valdés Manríquez: Breve teoría del pecado, p. 2). “Mi quiosco de festivales y canciones / ¿dónde ha quedado? / Socavaron tus entrañas / rasgaron tu pecho tibio / y en pleno corazón / te instalaron / un centro comercial” (Arturo Ortega: Elegía para una ciudad de polvo, p. 3).

Harían falta muchas Mancuspias más para acabar de describir todo lo que esta sorprendente metrópoli nos provoca: “Rodolfo Santizo regresó a Monterrey después de veinticinco años y reclamó que le hubiesen cambiado la ciudad sin avisarle. (…) En un viaje fugaz, la realidad lo despojó de esas veredas asfaltadas que, supongo, reconstruía a menudo cuando necesitaba apoyarse en algo que fuera exclusivamente suyo” (Rosaura Barahona: El reclamo de Rodolfo Santizo, p. 3).

Fernando J. Elizondo Garza y María de Jesús Rodríguez Flores, coords. Monterrey. Monterrey, N.L., Papeles de la Mancuspia, núm. 55, 2012 (octubre). 4 pp., ilus. por María de Jesús Rodríguez Flores.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

15diario.com