TRANSICIONES
Políticamente correcto
Víctor Alejandro Espinoza
Tijuana.- El acontecimiento judicial, político y mediático de los últimos días es la detención de la profesora Elba Esther Gordillo. La noticia fue recibida con incredulidad y asombro: una verdadera bomba cayó en la geografía nacional. Un pez gordo había sido atrapado; no por esperado fue menos espectacular.
La profesora Gordillo, uno de los personajes con mayor poder, finalmente había caído. Fue una operación quirúrgica por parte de la administración de Enrique Peña Nieto. A diferencia del gobierno anterior, cuando se detenía para investigar, en esta ocasión se integró un voluminoso expediente y luego se procedió a su detención: nada de arraigo, directamente al penal de Santa Martha, primero, y de Tepepan, después. Se trató, nos dice el gobierno federal, de una acción estrictamente judicial.
Independientemente de los móviles y de quien tomó la decisión final, las implicaciones de la detención son múltiples. Desde luego que el poderío personal de la profesora ha declinado. Pronto veremos las reacciones de sus seguidores en el sindicato que lidereaba. Pero también de sus opositores, visiblemente concentrados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Se vislumbran cambios en la organización sindical.
El deterioro de la calidad educativa no es responsabilidad exclusiva del sindicato. Es una visión sesgada la que trata de achacarle todos los males del sistema educativo. Los gobiernos son corresponsables. Incluso hay momentos en los que uno piensa que hasta parece premeditado mantener a la sociedad con tan bajos niveles educativos; parece una forma fácil para mantener controlados y pasivos a los ciudadanos. Pero me resisto a creer que sea tan elemental y burda esa vía de control ideológico; más bien sería criminal.
Pero los impactos también se reflejan en la coyuntura local. El partido de la profesora, Nueva Alianza –nacido en 2005–, se encuentra en una difícil encrucijada: no puede defender abiertamente a su líder; a la vez que la posibilidad para negociar posiciones dentro de las alianzas que se han pactado para encarar los 14 procesos electorales de este año, se desvanecen. Las postulaciones se negocian desde la fuerza y no desde una posición de debilidad. En Baja California, el Panal se integró a la coalición “Unidos por Baja California” junto con el PAN, el PRD y el Partido Estatal de Baja California. Es una golpe muy serio para toda la alianza. Será muy difícil deslindarse de las críticas de corrupción que pesan sobre la profesora Gordillo y su partido. Incluso hay quienes dentro de la alianza sostienen que deberían romper con el Panal.
Al momento de escribir estas líneas ya corre la versión de que es inminente que el Panal deje la coalición encabezada por el PAN. Se trataría de “enviar un mensaje” a Enrique Peña Nieto para restablecer la relación con el PRI y tratar de hacer un “control de daños”. Para el PAN ya no se sabe que sería más costoso: pero parece que se trataría de mantener la alianza para no perder votos. Eso explica las declaraciones de la dirigencia estatal: “la alianza no es con la profesora sino con el partido”; lo cierto es que el daño está hecho: seguir o romper la coalición no resuelve el problema para Acción Nacional.
Llama la atención que cuando los políticos y funcionarios se refieren al caso de la detención de la profesora dan respuestas “políticamente correctas”. Enfatizan que los móviles fueron exclusivamente “judiciales”; que no hay ninguna interferencia “política” en la decisión. Incluso en la Cámara de Senadores muchos se acercaron a brindarle su “solidaridad” a la Senadora Mónica Arreola, hija de la profesora. Todos lo niegan pero todos lo afirman en corto. Se niega en público pero se acepta en privado.
La mayoría de quienes se dijeron amigos de la profesora Elba Esther y se beneficiaron con sus apoyos hoy le voltean la cara: no sería políticamente correcto demostrarle afecto o solidaridad. La política suele ser cruel. El poder es efímero.
Investigador de El Colegio de la Frontera Norte
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