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1291 8 Abril 2013

 

Estratega Brillante
Hugo L. del Río

Monterrey.- Kim Jong-un ordenó a los peluqueros y estilistas de Corea del Norte que se ajusten a ciertos cortes de pelo y arreglos de cabello. Esto, para que su pueblo no caiga en las tentaciones del capitalismo. Eso se llama tener control. La gente que sabe o cree saber coincide en que el muchachito nieto del fundador de Norcorea está faroleando.

(¿Y si el gran gurú se equivoca?) Ayer temprano, el canciller chino Wang Yi dijo por teléfono al líder de la ONU, el sudcoreano Ban ki-moon, que Pekín rechaza las palabras y actos de provocación vengan de donde vengan. Y para marcar con más claridad el distanciamiento –¿real, fingido?– con Pyongyang, el Presidente chino Xi Jinping declaró que ningún país tiene derecho a crear “caos” en el mundo o en una región del planeta.

El jefe de Estado preside el Foro Boao –eso queda en China–, que reúne a los magnates de las gigantescas corporaciones y los bancos más importantes del planeta, incluida, naturalmente, la influyente clase empresarial china. Uno de los participantes en la conferencia es Lee Jae-yong, heredero del emporio electrónico Samsung, toda vez que es hijo único del presidente del Consejo de Administración, Lee Kun-he.

Así, mientras el mundo contiene el aliento, el chamaco de 29 años lee sus comics, trota con sus tenis Nike y conoce el olor de la pólvora. Un vídeo de The Washington Post lo muestra, rodeado de la gerontocracia militar, disparando al blanco con una pistola Makarov de nueve milímetros. Naturalmente, todos sus tiros dieron en la diana. Y quizá esté planeando aprovechar los lanzamientos de ensayo del misil Musudan para ir de día de campo.

Todos los intentos de hacer funcionar al Musudan han fracasado, pero si el joven Kim asiste con su occidentalizada esposa, el experimento tendrá que funcionar. Para eso es jefe de Estado y gobierno, secretario general del partido, comandante supremo de los Ejércitos, Gran Líder y Estratega Brillante. Esos son sus títulos oficiales.

Los ingleses, con la claridad mental que los caracteriza, advirtieron que Kim dragonea, pero admiten, en voz del ministro del Exterior, William Hague, que si Kim comete un error de cálculo no nos daremos abasto para contar los cadáveres. Hoy por hoy, continúa Hague, no se ven los preparativos propios de un estado de guerra.

Peor, Kim desplegó ante las cámaras el mapa del plan de desembarco en Corea del Sur para que los vieran todos los gobiernos, y las embajadas acreditadas en Pyongyang dijeron que no van a cerrar.

Por lo pronto, Corea del Sur y Japón aprovechan el momento para pedir a Washington que les autorice la construcción de armas atómicas. Claro que los grandes fabricantes de armamentos están de plácemes. Sudcorea va a comprar 60 cazas: gastarán siete mil 700 millones de dólares; el sistema antimisiles “Thadad” que el Presidente Obama ordenó instalar en un gran arco que va de Guam a El Paso, Tejas, costará sus centavos y, en Londres, como en todas partes, se acentúa la división entre las palomas en mayoría y el puñado de siniestros halcones. 

La Royal Navy se salió con la suya y ya botaron el supersubmarino Victorious, ejemplo de cómo transformar en realidad los más locos sueños de la ciencia ficción. Los norteamericanos saben que la guerra es improbable, pero no imposible. Sin embargo, Seúl –por lo menos sus principales diarios– está en calma. El tatamandón de la Samsung, el ya mencionado Lee Kun-he, luego de una larga ausencia, regresó a esa capital y los sudcoreanos interpretan su vuelta como una señal de que no habrá guerra.

Los duros de Seúl se quejan de tantas provocaciones, pero los habitantes se pasean, acuden a ver la exposición de las obras del gran Munch, gozan las delicias de la gastronomía mediterránea en el II Festival de la Cocina Italiana y abarrotan las salas de cine.

La guerra del Paralelo 38 terminó hace 60 años y pocos recordarán a los dos millones de muertos, Por lo demás, se saben protegidos por Estados Unidos. Pero todo esto puede ser lo que en inglés se llama wishful thinking: pensar en las cosas agradables.

El hecho es que el heredero de la corona “socialista” nos metió en un embrollo y, como escribe The New York Times en su editorial, “no sabemos como resolver el problema”. 

La Unión Americana no será “aplastada”, cierto; las fuerzas armadas de Corea del Norte no son un rival digno de sus hermanos del Sur, pero Pyongyang sigue teniendo cinco o seis ingenios atómicos y, como dice José Reinoso en El País madrileño, los materiales bélicos del Norte son inservibles “pero no está de más recordar que incluso las escobas las carga el diablo”.

Pie de página
Se nos fue el querido Andrés Arteaga, amigo y colega. Por razones de salud no pude ir a despedirlo. Un abrazo para sus deudos, y el cariño que durará mi vida para el ex soldado y ejemplo de lo que es un fotorreportero profesional.

 

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