HORIZONTE CIUDADANO
La sequía y la crisis del agua
Rosa Esther Beltrán
Saltillo.- La sequía en Coahuila es ya una catástrofe y no exagero. Hace unos días, el secretario de Desarrollo Rural del estado, Noé Garza Flores, informó que han muerto 225 mil cabezas de ganado; estamos por llegar a 36 meses de sequía.
Es obvio que las zonas rurales son las que padecen con mayor dureza la tragedia de la falta de lluvia. Hace 14 meses el gobierno federal había entregado casi mil 500 millones de pesos que tenía destinados en apoyos para los productores afectados; las autoridades actuales, tanto federales como locales, se la pasan manifestando esperanzas de arranque del programa emergente, pero han sido incapaces de liberar el presupuesto para aliviar el drama de los pobladores del agro o bien, en algunas entidades el recurso ha llegado a cuenta gotas.
¿Qué le pasa a Luis Videgaray, secretario de Hacienda que retiene los recursos generados por nuestros impuestos? Habría que cuestionarle a ver si a él han dejado de pagarle su sueldo durante estos 4 meses.
En los ejidos de Ramos Arizpe, los campesinos beben agua con altos contenidos de azufre, en Paredón, los de Matamoros, de General Cepeda y Parras, los de Cuatrociénegas padecen sed y hambre, ¿y Rubén Moreira? Haciendo inauguraciones intranscendentes; llenando su agenda con demagogia.
Se pensó que con Enrique Martínez y Martínez como secretario de Sagarpa, el abandono del campo coahuilense podría modificarse pero no se avizora que sea así, hasta ahora el secretario no ha ido más allá de la retórica.
Pero la situación de escases no se limita a las zonas rurales. En Saltillo se reportan pozos secos que abastecen a la población del vital líquido y la semana pasada se informó que por más de una semana cerca de 10 colonias de Saltillo, las de Cerro del Pueblo, Panteones, Puerto de la Virgen, Rincón de Guadalupe y otras, estuvieron sin agua y Agsal, con su irresponsable pachorra no atiende la situación, pero eso sí, no perdona los altos cobros en sus recibos; es explicable, Agsal está para vender el agua, con eso gana no con cuidarla.
Los saltillenses tenemos que tener claro que hay que sacar a Agsal de la necesidad de concientizar a la población sobre el cuidado del agua, ya que las autoridades municipales y estatales han eximido a la paramunicipal de esa responsabilidad, pues su consigna es que la distribución del agua en Coahuila se privatice. Ponerla en manos de Aguas de Barcelona es la meta, así que Agsal no se hará responsable de difundir la conciencia del cuidado del agua de Saltillo, porque hacerlo le disminuiría ganancias y punto.
Lo anterior explica que Agsal saquee a caudales el patrimonio natural y económico de los ciudadanos coahuilenses, lo que es inexplicable es la pasividad, la aquiescencia e indiferencia de los usuarios, que somos todos. La mayoría opina: “yo pago por el agua que consumo, lo demás, me vale”.
Los urbanos, nacieron teniendo agua en la vivienda, bañándose diariamente; teniendo agua en las excretas, así la casa no apesta y del mantenimiento de las plazas públicas, la población no se ocupaba, era responsabilidad de las autoridades municipales (artículo 115 constitucional), pero desde que llegó Fernando Donato de la Fuentes al Ayuntamiento de Saltillo ese “Diablo”, dijo, si quieren tener plaza verde, paguen el agua, y las plazas públicas están secas, ese es el bien común que promueven hoy los funcionarios locales.
Hay decenas de estrategias para ahorrar agua, pero es trabajo: juntar en una cubeta el agua de la regadera hasta que salga caliente y destinarla al WC implica 3 minutos; llenar un vaso para lavarse los dientes en vez de abrir la llave y gastar 2 litros es muy fácil; que los hombres se rasuren con agua en un lavamanos en vez de mantener abierta la llave, es posible; en la cocina la loza se puede desmugrar en un recipiente e igual enjabonar y enjuagar, con lo cual se ahorrarían muchos litros del vital líquido, pero hace falta conciencia y voluntad, nada más.
Es irracional, pero si las generaciones de mañana van a carecer del agua, que le busquen, es problema de ellos, dicen los irresponsables. ¡Síganle!
