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1298 17 Abril 2013

 

ANÁLISIS A FONDO
México en paz
Francisco Gómez Maza

Al rescate de empresarios agraviados
¿En busca de un Pacto por Monterrey?

Ciudad de México.- Recuperar el apoyo de los poderosos empresarios –agraviados por el panismo y por la violencia criminal– es obviamente una de las grandes prioridades de Enrique Peña Nieto, quien personalmente fue ayer a la capital nuevoleonesa con el pretexto de encabezar del foro “México en paz”, muy acorde con la zozobra por la inseguridad que viven los regiomontanos.

En Monterrey, el llamado “Grupo de los 10” –dicen algunos que sólo queda el nombre–, en el que sobresalen millonarios personajes de la talla de José Antonio Fernández, Armando Garza Sada, Enrique Zambrano, Eduardo Garza, Adrián Sada, Eugenio Clariond y Eugenio Garza Herrera, Peña Nieto se soltó el cabello para hablar con inusitada contundencia de la violencia criminal.

Quizá también lo escucharon empresarios que, en la pasada campaña por la presidencia, se la jugaron con el Peje (Andrés Manuel López Obrador), empachados de PAN, como los sanpetrinos Fernando Canales Stelzer y Mauricio Sada, o el agroindustrial, y alguna vez periodista, Alfonso Romo, que con la visita de ayer lunes se sentirán plenamente cobijados por el nuevo gobierno. Por lo menos con la expectativa.

Peña Nieto habló ayer en el foro citado a voz en cuello, para decir lo que la clase patronal regiomontana quería escuchar, porque lo menos que quieren los empresarios norteños es que Monterrey vuelva a la tranquilidad de que había gozado antes de la desadministración del panista Felipe Calderón. Y con Peña Nieto resurge la esperanza de que se acabe con la violencia, que ha “detonado” (perdón por esta palabreja) un proceso muy preocupante de desinversión en tierras otrora prometedoras.

El presidente habló para la clase empresarial; sería muy aventurado asegurar que fue a Monterrey a congraciarse con el empresariado agraviado por el segundo sexenio de lo que algunos deslenguados llaman la segunda alternancia. Les dijo el presidente que no caminará rutas cortas ni buscará soluciones fáciles para reducir la violencia; que sólo se atendrá a la ley, aunque a los criminales lo último que les importa es la ley.

La pretensión de Peña Nieto era inyectar en los regiomontanos una buena dosis de fe, de confianza en un gobierno que declara que la violencia no se combate con la violencia, convencido de que sí podrá recuperar la tranquilidad y la armonía social. “Pero sólo lo lograremos con el compromiso y la coordinación del estado mexicano en su conjunto; con el trabajo corresponsable y articulado de los poderes de la unión, de los tres órdenes de gobierno, de la sociedad civil organizada, de los medios de comunicación y de la propia ciudadanía”.

Así, el foro “México en paz”, se convirtió en un punto de encuentro. La presencia del presidente en el evento, parte de los foros que actualmente se celebran para integrar el Plan Nacional de Desarrollo, esa tradicional agenda sexenal que todo gobierno elabora al principio de cada sexenio, fue un mensaje abiertísimo a los empresarios regiomontanos, y a través de estos, a toda la clase patronal aglutinada en el poderoso Consejo Coordinador Empresarial.

Peña Nieto habló alto y claro en Monterrey, pero no se comprometió a tener un buen éxito definitivo, mientras no se actúe con “responsabilidad, seriedad y asegurando que las decisiones se desarrollen adecuadamente”. Prudencia presidencial, no obstante que ciudadanos mexicanos, y en particular los de Monterrey, desean resultados rápidos en el combate a la criminalidad.

fgomezmaza@analisisafondo.com
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