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1307 30 Abril 2013

 

Esta es mi gente
Hugo L. del Río

Monterrey.- Mis paisanos me tienen casi siempre en la frontera de la exasperación. Hay tanta naquiza en todos los estratos socioeconómicos, que es difícil encontrar una persona con quien hablar de otro tema que no sea el futbol. El regiomontano se quiere sentir tejano, aunque sea de cuarta. Hombre de Tejas, no de Estados Unidos, porque lo que hay más allá de Houston no interesa.

Para estar “in” hay que comprar en MacAllen hasta los chiles y las tortillas de maíz y pasar las vacaciones en la Isla, el paraíso en la tierra y en el mar. Cancún, Punta Diamante, Vallarta, Mazatlán fueron creados para que ahí se escondan los “wannabe”, esto es, las personas que fingen vivir muy por arriba de sus medios.

No se puede vivir sin el carro –de preferencia, uno para cada miembro de la familia–, la secadora, el microondas, la aspiradora. Ah, y la compu para chismear en el feisbuc. Pero hoy me siento orgulloso, muy orgulloso de mis coterráneos, y camino como si fuera el rey del mundo porque soy de Monterrey y entiendo que forma parte de la naturaleza del reinero el envío de 35 toneladas de alimentos y otros recursos básicos que donaron mis conciudadanos para los nuevoleoneses del sur afectados por la sequía y el olvido del gobierno.

Esos son los regios, esta es mi gente. Nacos hasta la médula pero, qué importa si tienen un corazón de oro donde cohabitan la solidaridad, la conciencia social y la generosidad. Qué diferencia entre los auténticos hombres de Monterrey –aunque no hayan nacido aquí son hermanos y vecinos nuestros– ante la mezquindad, la codicia y la vanidad de Rodrigo Medina.

Él también nació aquí, pero jamás será de los nuestros. Lo suyo es procurar el poder y la riqueza, en tanto que lo propio del regio es dar.

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Los padres educamos a los hijos. Los chamacos, sin darse cuenta, repiten nuestras palabras y, hasta donde pueden, imitan nuestras acciones. Lady Profeco, esto es, Andrea Benítez, hija del titular de esa dependencia, Humberto Benítez Treviño, actuó con suma prepotencia, natural en ella y en los suyos, al ordenar la clausura de un restaurante –lo peor es que el personal de la procuraduría esa, le hizo caso y por lo pronto le pusieron sellos al local– porque sus padres la educaron en la cultura del abuso del poder.
Estas son las personas que nos gobiernan y estos son sus hijos. Peña Nieto necesita hacer una purga estaliniana entre sus colaboradores, bajarlos a puntapiés del Olimpo donde creen que viven y recordarles que son simples mortales y empleados nuestros, además.

 

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