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1310 3 Mayo 2013

 

EL CRISTALAZO
Las bestias; el sol y la sombra judiciales
Rafael Cardona

Ciudad de México.- Cosas de la vida, pero el “sueño americano” de los centroamericanos cuya vida se transforma al subir al mortal tren mexicano llamado “La bestia”, queda simbolizado en toda la reluciente belleza de su maquinaria cuando la limusina del presidente de Estados Unidos recorre el mundo en la panza de los aviones militares y después baja como un majestuoso dragón para reptar por las avenidas de cualquier ciudad rendida a su rodada.

Ese vehículo, prácticamente indestructible, capullo de acero en el cual viaja seguro y conectado con el universo, su único ocupante tiene acceso a códigos y proyectiles nucleares desde la piel de sus mullidos asientos; lleno de aparatos, sangre para transfusiones, sistemas defensivos y equipos de comunicación con avances ni siquiera imaginados por los demás mortales, es también una bestia con vidrieras de cinco pulgadas de grosor.

Es el resplandeciente embajador tecnológico y militar de los Estados Unidos y ante su desplazamiento contundente y rotundo, las calles del mundo se cierran, los ojos se abren y comienza el desfile del emperador.
Y los mexicanos, con la mirada como plato, ven pasar esa bestia y la señalan con el índice de la envidia y el azoro; la fotografían en sus primeras planas y hallan en ella el enorme argumento de la sumisión ante el poderío absoluto. Es la Bestia del poder bestial.

De la otra criatura, en cuyo lomo viajan hacinados y en peligro; expoliados, a veces a punto de la mutilación rielera y sin destino feliz, los pobres centroamericanos humillados y ofendidos, nada miran.
Prefieren cerrar los ojos. Hasta en las bestias hay clases.

UNA Y UNA

En días recientes en esta ciudad la Asamblea Legislativa ha dado, como la burrita, dos pasitos adelante y dos pasitos para atrás. Esa costumbre inmortalizada en la crítica periodística por Pancho Cárdenas como la política “aquimichú”. Si bien la supresión del arraigo en la capital es una medida impecable, no lo es tanto la “despresurización” carcelaria a través de la disminución de la penalidad del robo simple y sin violencia.

En la Cámara Federal se discutió igualmente el asunto del arraigo y nada más se logró, muy a la mexicana, hacerlo más chico, lo cual no le reduce su condición fundamental de atropello a los derechos elementales. El arraigo es una especie de juego perverso en el cual el Estado tiene siempre las de ganar y el ciudadano, culpable o no, se somete a una especie de cacería en la cual primero se le enjaula y luego se le investiga. Todo lo contrario del nuevo espíritu del sistema judicial y sus reformas modernizadoras.

La noticia fue dada a conocer así:

“Los diputados en la Asamblea Legislativa eliminaron la figura del arraigo del Código de Procedimientos Penales del Distrito Federal.
Con 49 votos a favor, cero en contra y una abstención, el pleno de la Asamblea Legislativa aprobó dicha modificación.
El presidente de la Comisión de Administración y Procuración de Justicia, Antonio Padierna explicó que ahora será aplicada la ‘detención con control judicial’, otorgado por un juez en un plazo de cinco días, con prórroga de cinco más”.

Una detención de diez días bajo control de un juez, “siempre que justifique que existen datos que hagan posible el hecho ilícito y la probable responsabilidad, y que se trate de delito calificado como grave”, no es igual a un arraigo cuya duración se prolongaba una y otra vez (ahí esta el caso del general Tomás Ángeles) por dos o más cuarentenas con el reo en plena indefensión, pues hasta a la pobre Constitución fue a dar la figura desfigurada.

Pero por la otra parte se ha cometido un exceso. El robo deja de ser un delito punible con pena corporal. Esto da, además, la posibilidad de soltar a la calle a decenas de rateros ya curtidos y graduados en las únicas universidades infalibles en esta ciudad, las criminales, en funciones plenas en todos los penales urbanos.

La “presurización” de las cárceles, argumento final de la modificación penal; para hacerla menos rigurosa y más interpretativa y menos eficaz a fin de cuentas, consiste simple y llanamente en el hacinamiento cuya solución se puede dar por dos caminos a saber. O se hacen más prisiones o se tienen menos presos. Se ha optado dizque por ambas, pero hasta ahora sólo se ven avances en lo segundo.

“Esta medida provocará la ‘despresurización’ de las cárceles, al decretar la acción preventiva sólo para determinados delitos, otorgando algunas otras opciones para la terminación de los litigios”, se dijo en le H. Asamblea.

Hasta noviembre de 2012 (El Universal), habían sido dictadas 5 mil 666 sentencias por el delito de robo a transeúnte, de las cuales 5 mil 356 son condenatorias; referente al robo a transporte público, existe un total de 1,004 sentencias dictadas, de las cuales 961 son condenatorias; por último, lo que hace al robo a negocio u oficina, sumaron a noviembre pasado un total de 761 sentencias, siendo condenatorias 740.

La antropóloga Elena Azaola coincidió en que la reforma aprobada ayudará a despresurizar las cárceles. Sin embargo, agregó, también se requiere revisar los agravantes de los ilícitos. Entre ellos no existe el delito de “Toma de Rectoría”, carretera o carro tanque. Esos no tienen penalidad, tienen mesa de diálogo.

 

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