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1333 5 Junio 2013

 

FRONTERA CRÓNICA
El problema de las remesas
JRM Ávila

Monterrey.- El monto de las remesas de dinero que los migrantes mexicanos hacen llegar desde Estados Unidos a sus familiares en México, ha caído estrepitosamente durante los últimos meses, y esto lo resienten estados pobres como Michoacán, Oaxaca, Guerrero, Zacatecas y Nayarit (la lista podría ser más larga).

Tal vez esto se deba a que los migrantes mexicanos que viven en Estados Unidos de América trabajan en la industria manufacturera, en la construcción, en el comercio, en la hotelería o en el entretenimiento, rubros que en los últimos años han crecido poco en ese país.

Tal vez sea culpa de las leyes que en contra de los inmigrantes se han promovido en estados como Arizona y que han provocado no sólo que los mexicanos hayan perdido sus empleos, sino una cacería (en algunos casos, literal) en contra de ellos.

Tal vez se deba a que en Estados Unidos hay una creciente demanda de trabajadores con mayor preparación laboral y la mayoría de los inmigrantes mexicanos tiene un bajo nivel de escolaridad, lo cual dificulta encontrar puestos de trabajo mejor remunerados.

Ante esta última posible explicación, recuerdo que Vicente Fox, en una de sus risibles declaraciones, dijo alguna vez que en Guanajuato se estaba capacitando a la gente para que no batallara cuando fuera a trabajar al “otro lado”. Como si lo estuviera oyendo.

Cualquiera pensaría que Nuevo León, con su fama de estado rico, no se ve afectado ante esta caída de remesas provenientes de Estados Unidos, pero muchas familias nuevoleonesas dependen en gran medida de lo que sus familiares les envían desde allá. Además, mucha gente se ve afectada no sólo por el problema de las remesas sino porque, con el cuento de que Estados Unidos está cerca de Nuevo León, un número creciente de familias enteras se va a trabajar al otro lado del Río Bravo y el desarraigo crece.

Basta hacer un recorrido por los municipios del norte de Nuevo León (incluso por los del sur) para encontrarse con el abandono de propiedades y de pueblos casi completos, debido a grandes temporadas de trabajo en el “otro lado”. Por cierto que estas temporadas tienden a alargarse en los últimos años, por la inseguridad que atosiga estos lugares. Y como cada vez son más los casos de migración de familias completas a Estados Unidos, el problema de las remesas es menos significativo.

Viéndolo bien, este problema no sería problema si en México se tuviera la garantía de trabajo bien remunerado, y por encima de todo, digno. Lo cual, la verdad sea dicha, aún no se consigue en Estados Unidos para nuestros paisanos.

 

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