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1333 5 Junio 2013

 

EL CRISTALAZO
Combustible, contingencia y legalidad
Rafael Cardona

Ciudad de México.- A fines de la semana pasada, una noticia nos reveló las verdaderas dimensiones del problema ambiental en la ciudad de México y sus cinco millones de fuentes móviles de azufre, bióxido de carbono y quién sabe cuántas mugres más: las restricciones a la circulación de automóviles y transportes privados en general se aplicará también a los autos nuevos.

Eso quiere decir, entre otras cosas, la universalización del programa “Hoy no circula”; en ejecución cotidiana desde el gobierno de Manuel Camacho en la ciudad de México. Hoy ese programa es notoriamente clasista: a los dueños de automóviles nuevos se les permite circular 365 días al año, a los demás no. Tampoco se permite circular a quienes tengan placas de otros estados, lo cual es una forma excluyente del federalismo en el Distrito Federal.

La movilidad en el Distrito Federal es una de las líneas principales de acción del gobierno cuyos resultados hasta ahora han sido contradictorios en este sentido. Si bien las varias rutas de Metrobús han aligerado el problema en algunas avenidas, no ha sido posible extenderlas por varias razones, algunas de índole presupuestal y otras francamente políticas: no tocar a los poderosos dueños de las concesiones de microbuses, verdaderos peligros contaminantes y estrepitosos.

El problema podría haberse aligerado aún más si desde el comienzo de los ejes viales se hubieran creado líneas de transporte eléctrico en la ciudad, más o menos como se hizo en el Eje Central, pero ahí –vale la pena recordarlo–, con un defecto: no se hizo ese corredor verde para darle a la ciudad de México un transporte eléctrico eficiente, sino para utilizar a como diera lugar las carcachas de viejos trolebuses cuyas descomposturas son frecuentes. Pero se necesitaba ocupar una fuerza laboral descendiente de los tranviarios del DF y fiel al PRD.

Pero el problema de la contaminación no se va a resolver nada más con restricciones vehiculares. Mientras no haya un límite al desarrollo urbano, no será posible disminuir el impacto poblacional sobre la ciudad. El problema no son los automóviles sino los dueños de los automóviles. Es como ocurre con el comercio informal: el conflicto de los vendedores se debe a la existencia de compradores.

Si no hay demanda no hay oferta.

Y como a el aumento de autos acarrea mayor gasto de combustibles, cada quien hace lo suyo en busca de una mejoría en cada paso de la cadena. Por eso es notable esta información generada en las Terceras Jornadas Ambientales en Pemex.

Como se sabe el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell inauguró esas jornadas y en ellas el Director de Pemex, Emilio Lozoya, expuso algunos puntos interesantes relacionados con las gasolinas y con otros aspectos del Sistema Nacional de Refinación, en pos de una mayor limpieza ambiental.

“El compromiso de Pemex –ha dicho– es reducir al mínimo el impacto ecológico de sus actividades, mediante, entre otros efectos, la reducción de los gases cuya presencia origina el “efecto invernadero”.

Con los avances logrados por Pemex, se ha alcanzado un nivel de aprovechamiento del gas similar al de las mejores prácticas internacionales, y destacó el caso de Cantarell como un logro a nivel mundial pues la quema de gas en ese yacimiento en los últimos dos años, se redujo casi 70 por ciento y durante el 2013 ha disminuido otro 28 por ciento.

“Se trata de convertir a Pemex en una empresa más ágil, eficiente y competitiva, que se convierta en factor de competitividad para el resto de la industria nacional a través de producir más combustibles, más baratos y sobretodo, más limpios”.

Pero ni los avances tecnológicos ni los “gasolinazos” frecuentes podrán abatir el consumo de gasolina si no se crea una verdadera red de transporte público; si no se dejan de usar los tráileres para transportar la carga ideal de los ferrocarriles (también pueden ser eléctricos) y no racionaliza la circulación por carreteras y autopistas urbanas.

Enigma

La misteriosa desaparición de los tepiteños en la Zona Rosa (parece título de película de Orol) y la falta de huellas, evidencias y rastros de los hechos, ya comienzan a permitir una pregunta: ¿y si no desaparecieron de ese lugar? Los más atrevidos piensan: ¿y si no desaparecieron? Por lo pronto si no se les puede rescatar pues no se sabe dónde están y si necesitan tal auxilio, la autoridad comienza por rescatar la Zona Rosa. Ojalá.

Es muy sencillo y se puede hacer en un día. En un solo día: basta, primero, con clausurar todos los giros negros, incluso los amparados. Con un solo extinguidor fuera de servicio o la ausencia de un menú en Braille (por dar ideas), es suficiente. Después, con desbaratar las bandas de narco-menudistas. También en un día. Todo mundo sabe dónde están, todo mundo sabe quiénes son. Y después, atacar el negocio de la carne alquilada entre heterosexuales, homosexuales, similares y conexos de la república mexicana. En una palabra, desaparecer los arreglos bajo el agua con la delegación Cuauhtémoc.

 

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