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1338 12 Junio 2013

 

FRONTERA CRÓNICA
Margarita, Margarita
JRM Ávila

Monterrey.- “Yo, Margarita Alicia Arellanes Cervantes, entrego la ciudad de Monterrey, Nuevo León, a Nuestro Señor Jesucristo para que su Reino de paz y bendición sea establecido”, se escucha al atardecer el 8 de junio de 2013, cerca del Palacio Municipal de Monterrey, y unos niños reciben de mano de la alcaldesa una placa en la que se entrega, de manera simbólica (no podría ser de otra manera), la ciudad de Monterrey.

En el supuesto caso de que Dios existiera y de que Jesucristo hubiera sido su hijo yo tendría algunas dudas razonables: ¿La Ciudad está como está porque Dios no ha metido las manos o porque políticos como Arellanes sí lo han hecho? ¿Quiere decir que ahora Jesucristo aparecerá en la nómina? ¿Y quién cobrará en su lugar?
Además, yo imaginaría respuestas posibles desde el Reino Celestial o su séquito:

-La respuesta de un Jesucristo asombrado ante el atrevimiento de esta mujer, autoridad de un gobierno que se supone laico, a sabiendas de la avalancha que se le habría de venir encima: “Margarita, Margarita: no me subas tan arriba que las hojas en el árbol no duran toda la
vida”.

-La respuesta iracunda de Dios ante la amenaza de que a su hipotético hijo Jesucristo le entreguen una ciudad non sancta, tal vez equiparable a la Sodoma o la Gomorra del Génesis: una noche tormentosa, plagada de estrepitosos rayos, lluvia desaforada, granizada rabiosa, destrozos por doquier. Traducido a palabra de Dios, vía Sanz: “Te lo agradezco, niña, pero no”.

-La respuesta airada, en tono de reclamo y con acento argentino, por parte del papa Francisco, al ver que la funcionaria panista intenta usurpar su recién estrenado puesto en el Vaticano: “Vade retro, Margarita: Vicario, nada más hay uno y ése soy yo” (y aquí, aunque sea un papa de repuesto, tendría razón).

-La respuesta de un Dios con buen humor, doblado de la risa, gracias a la broma involuntaria: “¡Las llaves de la Ciudad! ¡Como si las quisiera! ¡Como si las necesitara! Esta mujer debió ser cómica, ¿no crees, Charlie? Jajajaja”. Y en seguida, revirando: “Pedro, ¡ni se te ocurra corresponder! Deja esas llaves en paz”.

Lo cierto es que esta mujer que se dice mamá de 3 hermosas regias (a algunas personas de estos rumbos se les llena la boca con esta palabra), Licenciada en Derecho y Ciencias Sociales (¿servirá de algo estudiar?) y Rayada de corazón (cada quién), acaba de intentar la manipulación del futuro voto vía religiosa (mediante la Alianza de Pastores, para ser exacto) y, ante la respuesta real de la gente, y no imaginada como la de párrafos más arriba, intenta enmendar su acto políticamente incorrecto.

En el más clásico estilo hipócrita de los falsos creyentes y los verdaderos manipuladores, intenta justificarse afirmando que entregó la ciudad a título personal y no como autoridad. Error, porque a título personal no tiene derecho de entregar las llaves de la Ciudad sin el consenso del cabildo.

Doña Margarita tampoco puede escudarse en la frase del Himno Nacional: “…que en el cielo tu eterno destino: por el dedo de Dios se escribió”; o en que Monterrey se haya fundado: “En el nombre de Dios Todopoderoso, y de la Gloriosa y Bienaventurada Santa María siempre Virgen y Madre de Dios, y Señora Nuestra” (no se sabe, además, si en ese tiempo se hablaba del Dios judío o del cristiano, recuerden las acusaciones contra Carvajal), porque esos fueron tiempos en que aún no se fundaba el Estado Laico en México.

Si nada más se tratara de Margarita Arellanes, habría algo de congruencia, porque los panistas históricamente se la han pasado dándose golpes de pecho en público y llevando una vida bastante vergonzosa en privado (recuérdese a Fox, a Cervantes de Cevallos, a Calderón).

Pero resulta que ya antes de Margarita Arellanes, utilizando el mismo discurso, han hecho lo mismo César Garza, como alcalde de Guadalupe; y Rodolfo Ambriz, como alcalde de Benito Juárez (¡Tómala! Si el presidente indígena resucitara y lo supiera, se volvería a morir).

¿Qué tal? ¡Ahora resulta que Jesucristo es el hijo de Dios y los alcaldes de Nuevo León son sus profetas! ¿Y aquello de a Dios lo que es de Dios y a César lo que es de César (Garza Villarreal no, supongo)

En fin, vaya esto para documentar la imaginable cólera de la parvada de dioses que revolotea en la mente de tanto creyente que en el
planeta hay.

Alelú.

Ya.

 

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