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1338 12 Junio 2013

 

¡Llévatelos a tu reino, Señor!
Hugo L. del Río

Monterrey.- Entre la Viña del Señor y el Cuerno de la Abundancia, tenemos de todo, menos buenos alcaldes o gobernadores. Es muy triste el caso de César Garza: fue un buen diputado y quizás hubiera sido un edil correcto si Ismael Flores lo dejara gobernar Ciudad Guadalupe.

Pero eso de que don César, “a título personal” le haya entregado al Señor Jesucristo la urbe que supuestamente administra, es de una estulticia que da miedo. Ciudad Guadalupe no es un feudo de su propiedad para que lo regale a Cristo o Mahoma, a Jehová o Buda, a los antiguos dioses precortesianos o a las deidades del Indostán.

Y otra cosa, que va también para Arellanes: los alcaldes lo son de tiempo completo, las 24 horas del día, los 365 días del año y si hablan en público no lo pueden hacer a título individual. Con Ambriz, el de Juárez, ni me meto: ese señor nació con anemia y el cerebro, débil y pequeño, en los pies. Pero lo de Arellanes pienso que es la peor manifestación de politiquería sandia y perversa.

Cuando una persona pública apela a la religión, nos está diciendo que su empresa política, su imaginación, sus recursos intelectuales y los de sus asesores valen cero. Pero además entra en terreno minado y plagado de profundas fosas donde habita la estolidez. Apelar al Cristo para que gobierne a Monterrey y aleje las malas vibras es, por una parte, un retroceso a los siglos de las brujerías y la venta de almas al Malo.

Vivimos en el Tercer Milenio. Muchos regiomontanos no creen en Dios; miles profesan religiones en la que el Ser Supremo nada tiene que ver con el niño del establo; y es evidente que a muchos creyentes de esta o aquella confesión cristiana les molestó lo que hasta podemos interpretar como una falta de respeto de Arellanes al Gran Arquitecto del Universo.

Y para qué quiere el Gran Creador las llaves de Monterrey o de Ciudad Guadalupe o de cualquier asentamiento humano. ¿Qué va a hacer con ellas? Y qué mal hará quedar Arellanes a la Suprema Potestad si no nos resuelve los problemas, tal y como ella se lo pidió. Dios no fracasa –es un viejo encantador, como escribió Sabines–; los que fallan son quienes usan Su nombre en vano.

Pie de página

Mi eterno agradecimiento a la doctora Hilda Sáenz Souza, al personal del casino New York, a los ambulantes de la Cruz Roja y a médicos, enfermeros y radiólogos del hospital de zona del IMSS, que me atendieron ayer luego de ser atropellado en la avenida Enrique C. Livas. La cosa no pasó a mayores, por fortuna: ni huesos rotos ni lesiones internas ni susto, siquiera, porque no hubo tiempo para ello.

Como hombre y regiomontano, me siento orgulloso de mis paisanos, tan generosos y tan solidarios.

La neta: merecemos mejores gobernantes, aunque sean ateos o prietos a la Obama.

 

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