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1341 17 Junio 2013

 

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Recuperar el tiempo perdido
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- Hace unos días, cuando la visita del Presidente Chino, una voz empresarial señaló que México había equivocado su relación con China desde los años ochenta del siglo XX. De acuerdo a esa apreciación, China fue considerada de entrada como un competidor de México en el mercado estadounidense, y así se ha mantenido hasta la fecha, a pesar de que desplazó a México en el mercado norteamericano ya desde hace lustros.

Lo que no se dice del éxito chino, es la presencia en el país de capitales y tecnología norteamericanos, que se han aprovechado hasta ahora de un costo muy bajo de la mano de obra. Los norteamericanos se fueron a producir allá para surtir a su propio mercado.

Asi, no es que los chinos hayan desplazado a México del mercado gringo, sino que los emprendedores norteamericanos aprovecharon la baratísima mano de obra china para producir bienes de consumo para su mercado interno, dejando fuera a productores mexicanos. En cambio, si les ha convenido a las empresas norteamericanas mantener y acrecentar la producción de vehículos automotrices en territorio y con mano de obra mexicana; de hecho, una parte muy importante de las exportaciones mexicanas a los Estados Unidos, tienen un “alto contenido” importado.

En estos últimos veinte años, la dependencia de México del mercado estadounidense se ha profundizado a pesar del gran número de acuerdos y tratados de libre comercio con otros países. El comercio con China es bastante reducido, como lo es con el resto del mundo.

La amistosa recepción al presidente chino, dio la señal de una recomposición de la deteriorada relación diplomática entre los dos países. De entrada, se dijo que se abrían las puertas o se reducían las restricciones a las exportaciones mexicanas de tequila y de carne de puerco. El comentario inmediato fue en el sentido de que la mayor parte de la producción tequilera está en manos de extranjeros, y en carne de puerco no tenemos excedentes si no es que déficit.

Las inversiones chinas en América Latina son de gran importancia, sobre todo en Brasil: tratan de asegurar el aprovisionamiento a largo plazo de materias primas (recursos naturales) de las que abundan en América del Sur, entre ellos minerales y energéticos.

Es esa visión a largo plazo la que nos ha faltado a los mexicanos. Las reformas estructurales al estilo neoliberal, se iniciaron a fines de los ochenta y todavía no las hemos terminado un cuarto de siglo después. Tal vez hace veinte años esas reformas, como los innumerables tratados de libre comercio, le dieron una ventaja a México. Pero fue en todo caso una ventaja efímera. Después se alegó que mientras no se completaran las reformas, las pocas que ya se habían llevado a cabo no podrían rendir a plenitud.

Ahora, con el Pacto por México, se quiere completar las reformas de primera generación y poner al día instrumentos y políticas. Por primera vez en todo este tiempo (desde los años ochenta), se ha logrado un acuerdo entre los tres principales partidos de empujar por el mismo lado. Se trata, según dicen, de recuperar para México el tiempo perdido.

En ese mismo lapso, en el que nuestro país ha estado sin idea de futuro, por lo menos los coreanos y los chinos han logrado avances significativos.

¿Hacia dónde vamos los mexicanos? ¿Cuál es el perfil a 20 años del México que se quiere construir?

Por lo pronto, en Nicaragua la Asamblea Nacional aprobó el jueves pasado una concesión a 50 años (y renovable por otros 50) a una empresa china para que promueva, diseñe, construya y maneje un ambicioso proyecto de canal interoceánico en el país centroamericano, que tendría un costo de 40 mil millones de dólares.

Se trata de un doble canal: uno fluvial y el otro terrestre. Además del canal fluvial se prevé un oleoducto, un corredor ferroviario o “canal seco” y un puerto de aguas profundas en ambas costas, zonas de libre comercio y aeropuertos.

El gobierno de Nicaragua sostiene que el Canal de Panamá es inadecuado para el tránsito de los nuevos grandes buques (Maersk Triple E, con 400 metros de largo, 59 metros de ancho y 73 metros de altura). El gobierno estima que el Producto Interno Bruto de Nicaragua crecerá un 15 por ciento para el 2015 con el inicio de las obras. Se generarán dos millones de empleos y se reducirá la pobreza que actualmente afecta al 47 por ciento de la población (casi la misma proporción que en México). La construcción del canal en Nicaragua sería una gran obra, al estilo del “modo asiático de producción”.

Para México, la salida que se plantea es la hacer crecer la economía, el PIB, aunque no se logra precisar la estrategia a seguir. La mera idea de diseñar e instrumentar una política explícita de desarrollo industrial divide opiniones; de inmediato se advierte que una política industrial no debe entenderse como la vuelta al proteccionismo; también, a la vista de la recesión global, se plantea la necesidad de impulsar el mercado interno; pero nada se dice de cómo generar la demanda interna, se requeriría una mayor ocupación y sobre todo, mejores salarios.

El retraso histórico en las reformas estructurales también debiera aprovecharse para no cometer los errores de los países que las han llevado a cabo. Allí está el caso de las telecomunicaciones. La puesta al día, en otros países, de las reglamentaciones con los avances extraordinarios de las tecnologías, ha repercutido en mayores inversiones y en un acelerado crecimiento del sector de las telecomunicaciones.

Pero eso supuso la existencia en esos países de un mercado interno.

El “apagón analógico” que es parte primordial de la entrada de las nuevas posibilidades, hubo de suspenderse en Tijuana, por razones de eficacia y equilibrio electorales. Las mismas elecciones locales y su resultado podrían torpedear al Pacto por México. La corrupción electoral, de todos mencionada, se le carga a los gobernadores, reduciendo al mínimo la capacidad y responsabilidad de las autoridades electorales.

Ya se menciona que se requiere una reforma política y un nuevo código electoral. O sea, de vuelta a lo mismo.

 

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