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1348 26 Junio 2013

 

Pemex, barras y estrellas
Samuel Schmidt

Los Ángeles.- La expropiación del petróleo de 1938 se ha convertido, por excelencia, en el símbolo nacionalista de México. De hecho, durante mucho tiempo las posturas nacionalistas se han dirimido en gran medida, alrededor de la postura sobre el petróleo y el artículo 27 constitucional, los recursos del subsuelo y especialmente al papel del Estado.

No obstante que el tema de la minería y el agua caben en esta postura del 27 constitucional, que le da potestad al Estado de los recursos del subsuelo, el petróleo ha llamado la atención de una manera poderosa, al grado que acapara el debate, tal vez porque la minería ya ha sido entregada a empresas extranjeras y no parece haber problema con seguir esa línea política, y el agua se ha privatizado en base a un discurso de escasez que tiene pocas bases científicas.

Vaya usted a comprar agua, sale más cara que la leche y se la venden sin minerales.

El gobierno y el PRIAN (alianza estratégica de la derecha mexicana que incluye al PRI y al PAN) han asumido que la política petrolera es una cuestión estrictamente financiera, para ellos todo se reduce a la disponibilidad de fondos de inversión y productividad, así que hay que abrir la puerta al capital extranjero porque como dice Peña Nieto, en México no hay capitales.

Estas consideraciones merecen una mínima reflexión.

1. Los capitales mexicanos que se mueven en la bolsa de valores y en bonos del Estado, a veces con tasas de rendimiento negativas, ¿no podrán acaso encontrar un atractivo mayor en la industria petrolera?

2. Revisar el régimen fiscal de Pemex puede liberar muchos fondos que se destinen a la investigación y prospección para aumentar las reservas petroleras; también para invertir en la refinación y utilización de productos secundarios del petróleo. ¿El gobierno sigue pensando en la empresa como en la gallina de los huevos de oro, aunque esos huevos se los queden unos cuantos políticos? (¿y Nava, apá?)

3. ¿Por qué no plantean revisar la política de compra de insumos de tal manera que haya una carga de producción mayor en el país que active la economía, y si se concentra regionalmente, extienda los beneficios? (Pero entonces donde quedan las comisiones que se llevan los protegidos del régimen).

4. Se podría pensar en forzar a los bancos privados a invertir con préstamos blandos para la industria petrolera, así retribuirán un poco la mucha riqueza que se han llevado, aunque en el mediano plazo seguirían ganando, porque la activación de petróleo orientada al mercado interno terminará generando recursos que les llegaran a ellos. Eso se llama competitividad.

Hay dos grandes lecciones de las experiencias privatizadoras mexicanas: Las empresas privatizadas no son más productivas, en muchas ocasiones son administradas con tal torpeza que el estado tiene que rescatarlas, ejemplos hay muchos, los ingenios azucareros rescatados varias veces; Telmex, que dicen cobra el servicio más caro del mundo y que se consolidó con fuerte protección gubernamental, empresas constructoras que amplían las concesiones en puentes y carreteras (GUTSA en Ciudad Juárez) porque “hicieron mal las cuentas”.

La economía ha sido entregada a fuertes monopolios (Cemex, Maseca, Telmex) que tienen una actitud depredadora y hunden la competitividad del país.
Si se entrega el petróleo corremos el riesgo de que se reproduzcan estas desviaciones, con lo cual podrían generarse las siguientes consecuencias:

I. Se cobraría menos impuestos que tendrían que ser compensados por la sociedad (IVA a medicinas y alimentos).

II. Se fugarían del país las ganancias del petróleo agudizándose la dependencia nacional.

III. Posiblemente aumentaría el precio de las gasolinas y derivados, aumentando la inflación y hundiéndose –todavía más– la competitividad nacional.

El petróleo mexicano no es intocable, lo comprobó Bill Clinton cuando prestó 20 mil (hay quién dice que son 50 mil) millones de dólares, para que México resolviera sus problemas de falta de liquidez, propiciados por el perverso Carlos Salinas y agravados con el error de diciembre del torpe de Zedillo.

Estados Unidos condicionó los fondos a que las ventas del petróleo como garantía para el pago del préstamo, se depositaran en el Banco de la Reserva Federal de New York.

Los neoliberales tiene una agenda privatizadora a toda costa, no queda claro el interés nacional con la privatización, ¿qué se gana realmente con ésto?

Más allá del impacto económico que ya sugerí, la pérdida del petróleo será un gran golpe para el tropo identitario del nacionalismo mexicano y entonces ¿qué nos ofrecerá la derecha del Prian? ¿Barras y estrellas?

 

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