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1374 1 Agosto 2013

 

La caja estúpida
Hugo L. del Río

Monterrey.- Los infomerciales de nuestra televisión nos ofrecen manifestaciones de discriminación racial y/o social; perversas vinculaciones entre el alcoholismo y el futbol y mensajes francamente estúpidos, que sólo se los puede creer el marciano que nunca ha puesto un pie en México.

El de Joaquina, la empleada doméstica, y la patrona, es todo un caso emblemático de humillaciones socialmente aceptadas. De entrada, Joaquina le habla de “usted” a la doña, en tanto que ésta la tutea.

Desde las primeras tomas, el ama de casa (por los muebles, la ropa y otros detalles se entiende que en su casa no faltan los frijoles ni los filetes) se encamina por el sendero del maltrato: desgraciadamente, así es en la vida real.

Joaquina le dice que el secretario de Hacienda la quiere consultar “sobre unos abonos” ( sí, tú) y el ama de casa primero se molesta porque Joaquina habla en voz alta y luego, con franca irritación, como si se dijera a sí misma que “esta gente no tiene remedio”, le corrige la plana a Joaquina: “bonos, Joaquina, bonos”.

Mensaje subliminal: Joaquina es tonta y no puede aspirar a otra chamba que no sea limpiar los sanitarios; la jefa, en cambio, es la dueña del mundo.

Tenemos después la perversión de la Cervecería Cuauhtémoc o como se llame ahora. El info invita a ver el juego del hombre, pero no a practicarlo, con todo y tantos gordos que poblamos la ciudad. El fut no es deporte, sino espectáculo a gozar con la cheve bien fría y la carne asada. Ah, pero no se trata de beber cualquier cerveza, sino la CartaBlanca –tan excelente que el maestro don Pepe Alvarado la saboreaba a pesar de “lo reaccionarios que son los Garza Sada”–; la marca está ligada al show de los goles y si no la bebes algo malo sucede.

Y, en fin, tenemos el encuentro de lucha libre entre el inspector honesto y el “chueco” Jiménez. ¿Un inspector honesto, en Monterrey, en México? Eso no existe. Y si por un error de la naturaleza social, hubiera algún ejemplar de esta rarísima especie, seguramente sería derrotado no por el “chueco”, sino por sus propios jefes.

Al igual que las instituciones de todo tipo, color y tamaño, la tele también nos presenta un México irreal, eso sí, feliz y cantando “La Vida en Rosa”.

 

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