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1397 3 Septiembre 2013

 

EL CRISTALAZO
Anuncio o advertencia
Rafael Cardona

Ciudad de México.- Quienes mantuvieron su atención en la lectura del mensaje presidencial de ayer –una especie de sucedáneo de la antigua orientación policía del Ejecutivo sin barreras de hace tres sexenios– oyeron una frase cuya contundencia formal superó el momento de la oratoria.

Para unos una amenaza. Para otros, una promesa. Para los más, un compromiso. Pero todo se reduce a la simple aplicación de los poderes republicanos depositados para su ejecución en el Presidente de la República, con las mayúscula a veces regateadas por las oposiciones.

“Sabíamos de antemano –dijo Peña Nieto en referencia pero sin señalamientos directos a los hechos recientes de violencia y bloqueo sin los cuales no se explica ni el escenario mismo de la convocatoria–, que lograr la gran transformación de México sería complejo, porque hay inercias y resistencias que vencer.”

“Como Presidente de la República, respetaré los derechos de todos, pero también estoy decidido a usar todos los instrumentos del Estado democrático para impulsar la transformación que reclama la gran mayoría de los mexicanos.”

“Convoco a todos a que seamos parte del México que no le tiene miedo a la transformación, del México decidido a trascender y dejar huella. Mover a México, transformarlo de raíz, exigirá lo mejor de nosotros, pero vale la pena el esfuerzo.”

“En los siguientes meses se estará decidiendo qué historia vamos a escribir en las siguientes décadas. Es así de sencillo y así de trascendente. Tenemos 120 días para que 2013 sea recordado como un año de grandes transformaciones. Un año en que México se atrevió a despegar.”

“Tenemos claridad de rumbo. Tenemos la energía y determinación para mover y transformar a nuestro país.”

“Hoy, entre ustedes, tenemos la oportunidad de escribir una historia de valor, esfuerzo y éxito. Es hora de creer. Juntos, hagamos historia”.

Son pocas palabras pero en ellas se encierra, si así se quiere ver, todo un cambio de actitud: “estoy decidido a usar todos los instrumentos del Estado democrático.”

La palabra instrumentos nos lleva de inmediato a una asociación mecánica. Herramientas, objetos distintos de las instituciones como tales. Estas tienen instrumentos. Estos no. Es la diferencia de una orquesta (institución) y un instrumento (objeto para la ejecución musical).

Si se acepta el símil sinfónico, tal parece como si el Presidente nos anunciara un cambio en la partitura; una nueva sinfonía en la cual se hará uso de todos los metales, percusiones, cuerdas y demás.

La frase sobre las herramientas del Estado democrático debe ser analizada en el contexto de su pronunciación. Peña venía de celebrar el primer logro de esta legislatura en el periodo recién iniciado: la aprobación de la Ley del Servicio Profesional Docente y la exaltación de la Reforma Educativa cuya evolución jurídica quiso ser impedida de manera tumultuaria por un grupo del magisterio nacional.

“Celebro que de forma inédita y con gran decisión y plena responsabilidad con el país, a unas horas de iniciados sus trabajos, la Cámara de Diputados aprobó la nueva Ley del Servicio Profesional Docente.”

“Éste es un paso muy importante y trascendental para asegurar la calidad de la educación de los niños y jóvenes mexicanos. Por ello, confío, en que pronto el Senado de la República, también, habrá de discutirla y aprobarla en su caso”.

Pero más allá de la cuestionada ley educativa, el Presidente reiteró su apuesta: el reformismo modernizador. NI un paso atrás. Esa podría ser una actitud pero también una definición: 

“Hoy queda claro, hemos optado por la ruta de la transformación. Es un camino exigente, arduo, que nos demandará grandes esfuerzos, pero, también, es el único que nos llevará al México que queremos construir.”

“No es una ruta sencilla, habrá obstáculos y desafíos. Así lo asumí desde el primer momento en que empecé a tomar decisiones para el bien del país. Las resistencias son consecuencia natural cuando se impulsan las grandes transformaciones.”

“Lo importante es no perder de vista el objetivo, seguir adelante y no detenernos. La agenda de este Gobierno no es otra que velar por el bien de los mexicanos.”

“El Gobierno de la República está impulsando los cambios que la gran mayoría de los ciudadanos sabe que teníamos que hacer, que nos exigía llevar a cabo y que está dispuesta a respaldar”.

Esta actitud es la apuesta histórica. Si el gobierno se desarrolla mediante un estilo personal, el de Peña ha quedado probado una vez más: no ceder ante las presiones, no claudicar ante las intervenciones.

 

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