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1413 25 Septiembre 2013

 

Brasil y el espionaje
Hugo L. del Río

Monterrey.- En la ciudad argentina de Neuquén, el alcalde Horacio Quiroga, ordenó “controlar” los mensajes que los burócratas envían por Twitter y Facebook. Con todo cinismo, lo reconoció al diario Clarín el titular de Fiscalización Municipal, Gustavo Orlando. Valga lo anterior para recordarnos la ley no escrita que rige las relaciones entre los hombres: “espiaos los unos a los otros”.

Ayer, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, lanzó un duro ataque contra las prácticas de espionaje, sin mencionar a Estados Unidos. Está bien. Rousseff es una mujer de inteligencia y coraje, fue guerrillera contra la dictadura militar. Apresada, los gorilas la torturaron hasta el cansancio, pero no lograron romper su espíritu. Y sí, naturalmente que a los gringos se les va la mano en eso de oler los calzones ajenos… y los propios (igual hacemos nosotros).

La pobre CIA queda reducida a una tropilla de boy scouts comparada con la Agencia Nacional de Seguridad (ANS), siniestra entidad cuyas tareas sucias superan, con mucho, al 1984 de Orwell, escribió ayer Alan Rusbridger, editor del diario inglés The Guardian. Pero, como escribe Eliane Canranhedé en Folha de Sao Paulo, “en realidad, lo que más le preocupa en este momento (a Rousseff) es ofrecer una imagen de un Brasil donde las empresas pueden invertir seguras y tranquilas”.

El Partido de los Trabajadores, en el que milita la jefa de Estado, se opone a las privatizaciones absolutas pero acepta capital privado en empresas paraestatales, siempre y cuando éstas queden bajo el control del gobierno. En este sentido, Brasil está más bien empantanado. Se ofreció en subasta el campo petrolero de Libra y aquello fue un fracaso.

Y es que, como dice Juan Arias en El País, los oligarcas se quejan de que en Río-Brasilia “se cambian sobre la marcha las reglas”. El verdadero mensaje que le importó a Rousseff, aprovechando la Asamblea General de la ONU, fue: “vale la pena invertir en Brasil”.

Naturalmente, política con visión de estadista, capitalizó las revelaciones de Edward Snowden sobre la actividad de la ANS no sólo en Brasil sino también, para variar, en México. Como si hiciera falta que nos lo dijeran. La brasileña puso sobre las cuerdas a Obama, canceló su visita oficial a Washington y exige una disculpa.

Claro que Peña Nieto no tiene ni el cerebro ni las agallas de su colega sudamericana. ¿Se imaginan ustedes al mexiquense como preso político soportando las vejaciones de los verdugos? Rousseff vio una brecha en la ciudadela gringa y entró. Ella dio el primer paso y, como dice en su clásico “El Arte de la Guerra” el maestro Sun Tzu, “el que ha perdido la iniciativa es derrotado por regla general; el que la conserva gana habitualmente”.

Sirva esto de lección a nuestros 007 de huarache que pegan con chicle los micros escondidos en nuestras casas y pinchan nuestras líneas telefónicas con los picahielos que se roban en las cantinas.

Pie de página

Despierta sospechosismo tanta insistencia de que el amparo concedido a Elba Esther Gordillo no significa su excarcelación.

Nos obligan a pensar lo contrario.

 

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