El carrusel lo explica todo
Hugo L. del Río

Monterrey.- Héctor Jaime Treviño, ahora ex delegado del Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH, cometió una falla imperdonable: le llevó la contra al muchachito que gobierna a Nuevo León en un asunto donde estaban en juego el poder y el “prestigio” de la “Administración” (je je) del estado.

Efectivamente, el carrusel montado en el cerro del Obispado es una falta de respeto a un sitio histórico donde murieron muchos mexicanos en defensa de Monterrey y México. Además, Héctor Jaime comprendió muy bien la vocación histórica y cultural del antiguo palacio de los obispos: el museo es una instalación que debería ser visita obligada para los niños de Primaria. Y el edificio, remozado, dispone de espacios para eventos relacionados con la vida social de los regiomontanos.

Ahí despachaba Héctor Jaime. En sus nueve años de servicio en Monterrey, el ex representante del INAH intervino en la remodelación del Colegio Civil: es un gusto entrar: pinacoteca, exposición de esculturas, salón de conferencias, cine club y no sé cuántas cosas más.

La nueva cara del Colegio Civil no fue logro exclusivo de Héctor Jaime ni él tampoco lo planteó así. Pero ahí puso su empeño, como lo hizo con el Barrio Antiguo. Su tarea fue todavía más loable porque, en Monterrey, somos indiferentes a la preservación y dignidad de recintos donde se hizo historia.

La casa donde nació Fray Servando es hoy un establecimiento comercial; tampoco respetamos la finca donde don Benito Juárez estuvo de paso. Somos una metrópoli donde la inmensa mayoría de los habitantes viven ajenos a la crónica histórica. Héctor Jaime se esforzó por sacarnos de esta indiferencia, pero topó con el principio de autoridad.

Así es Rodrigo Medina: pide, y le dan, la cabeza del delegado del  INAH porque se atrevió a defender nuestro legado.

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¿Incluirá Medina en su informe la defenestración de Héctor Jaime?