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1518 19 Febrero 2014

 

Cuestión de tiempo
Hugo L. del Río

Monterrey.- Es cuestión de tiempo: tarde o temprano, habrá muertos en los estadios. Lo que nos ofrecen, con el nombre de futbol, se ha degradado tanto que, a estas alturas, es una válvula de escape para el grueso de la sociedad regiomontana.

La baja autoestima, las frustraciones, la ignorancia y la ausencia de figuras que defiendan auténticos valores hacen una peligrosa combinación con el alcohol y, mi maestro Chava Portillo dixit, con la substancia que en el argot policiaco de otros años se calificaba como “maléfica yerba”.

Las porras son contingentes de golpeadores animados y, quizás, financiados por los clubes. El quisque a quien un polizonte cualquiera humilla y roba en la calle, se siente hombre cuando está en compañía de cientos o miles de sus iguales estimulado por los etílicos y la mariguana. No me da mucho por el individualismo, pero, hay que decirlo: un pobre diablo de este subgénero, cuando se encuentra solo, es consciente de que su peso social es de menos de un adarme. “Yo no valgo madre”, escucho decir con frecuencia a estos homúnculos.

Pero, ah, el fut, el idiota fanatismo –es un pleonasmo, ya lo sé– y el ambiente porril transforman al pacífico doctor Jekyll en el temible míster Hyde. ¿Cómo resolver el problema? La cerveza y la chaparrita de tequila o licor barato son la gasolina que se derrama sobre el fuego. Es imposible prohibir la venta de bebidas embriagantes en lo que debería ser palacio del que fue el más hermoso de los deportes: es un negocio que ya quisiera Slim para día de fiesta. Los estadios son las cantinas más grandes del mundo. A eso van los porrines: ya memos en condición sobria, se estupidizan todavía más con la ingesta del chupe y la quema de la juanita. Y a sacar a flote todo el rencor contra el mundo ahora que, dicen ellos, “somos un chingo y vamos a ser más”. A golpear se ha dicho y si se atraviesan mujeres y niños, “pos así es el juego”.

Multan al Monterrey con cien mil pesos. Es como si a mí me obligaran a pagar cincuenta centavos. ¿Qué van a hacer? Ni que fuésemos alemanes, japoneses o gringos para establecer un método o sistema que permita identificar a estos tipejos enfermos. ¿Los va a registrar la azulada para evitar que entren con el pomo y la cannabis? Sería un día de fiesta para los gendarmes: les robarían hasta los calzones. No le veo salida, ni siquiera cuando maten al primer aficionado. Lo que tenemos aquí es una receta mortal de resentimiento, fracaso, analfabetismo y cerrazón de horizontes. Bienvenidos al México del tercer milenio.

Pie de página
En tres meses, michoacanos residentes en Estados Unidos enviaron 250 mil dólares a las autodefensas.

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

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